[dropcap]R[/dropcap]icardo Caballero, peruano radicado en la Línea Noroeste, y su esposa Noelia Ruiz, promueven la “Miel Noelia”. La pareja, que tiene dos hijas de 3 y 8 años, vino a exponer a la Segunda Feria Navideña de los productos del movimiento “Un pueblo, un producto” (OVOP, por sus siglas en inglés), que impulsa la Agencia de Cooperación Internacional del Japón (JICA) alrededor del mundo.
“Hace cinco años que trabajamos con Miel Noelia, pero hace un año empezamos con el envasado en potes de vidrio templado, con tapa hermética para cambiar el sistema de envasado de plástico debido a los químicos y a la toxicidad”, explica Ricardo.
Con 45 colmenas propias y la posibilidad de comprar para revender a colectores con otras 3,000, la pequeña empresa vende unos 300 kilos de miel al mes a través de supermercados de Mao y Montecristi; así como con pedidos directos a personas particulares.
Noelia, de 34 años, y su esposo Ricardo, de 48, ya registraron su compañía: Noelia Ruiz SRL. Ella estudió Ingeniería Industrial y él Administración de Empresas. Ambos promueven su producto en las redes sociales. “Además, estamos preparando a un grupo de apicultores aliados en la misma zona para aumentar la producción”.
La pareja se concentra en sacar adelante la empresa radicada en Peña de Ranchadero, en Canachapetón, municipio Guayubín, provincia Montecristi. Noelia explica con meticulosidad la ubicación geográfica de su proyecto, una iniciativa que además depende de su alianza con la Asociación La Fronteriza de Dajabón, que tiene 80 colectores con unas 3,000 colmenas.
“Tuvimos problemas con la sequía y en los últimos meses con las lluvias que mataron unas 500 colmenas, pero ya se están recuperando porque las abejas se multiplican rápido”, dice la mujer en su primera participación en la feria, desarrollada el 20 y 21 de diciembre en la explanada del edificio de Oficinas Gubernamentales Juan Pablo Duarte (Huacal).
La inauguración del evento estuvo encabezada por Ignacio Méndez, viceministerio de Fomento a las Micro, Pequeñas y Medianas Empresas (MIPyMES), del Ministerio de Industria y Comercio (MIC). El acto contó con la participación del Consejero de la Embajada de Japón, Yoshiro Miwa.
La feria “Un pueblo, un producto”
“Un pueblo, un producto” se basa en el Movimiento OVOP. Esta iniciativa parte de “una filosofía japonesa que guía a las comunidades locales hacia el desarrollo independiente uniendo al Gobierno, la empresa privada y los habitantes de las comunidades”, resaltó el MIC.
Máximo Pimentel, del Viceministerio de Fomento a las MIPyMES, explica que la JICA inició la capacitación de los productores de la comunidad de El Seibo y Miches en 2013, antes de implementar el proyecto en Montecristi. “La inversión es básicamente en formación de los productores que luego pueden participar en la feria. En esta versión tenemos a unos 40 participantes”, dice.
El MIC cubre el costo de estadía de los expositores. La feria trajo a la capital a Diómedes Galvez Ruiz, quien echa adelante la marca de D´Arte Coco, un taller familiar de artesanía de jícaras de cocos que mantiene con su esposa y sus ocho hijos en La Gina, de Miches.
“Antes yo ´bregaba con blocks´ (era albañil), pero le dieron un curso a mi esposa, Rosa Díaz, para que aprendiera a fabricar artesanía de jícaras de cocos y ahora todos (en la familia) somos artesanos”, resalta.
También trajo a una nieta de la legendaria doña Tula, de El Seibo, que expuso y vendió una amplia variedad de dulces.
Omar Atizol, en cambio, vino a vender la Sal Marina Montecristeña, una iniciativa que busca potencializar los beneficios de los salineros de la Línea Noroeste. “Somos como 500 productores”, dice.
Los expositores encuentran una vitrina gratuita para exponer sus productos, como Milagros Castillo Rijo, con 37 años y madre de un hijo, quien ayuda a la sustentación de la economía familiar tostando y moliendo café que compra en grano a cinco suplidores.
“Es café natural, cien por ciento natural”, dice. La marca Café Castillo gana prestigio en la localidad Cuatro Caminos, de Miches, en donde vende hasta 200 frascos de plástico al mes, a un precio de RD$150.
Así como Milagros aporta el milagro mañanero del aroma de su café puro en las cocinas de Cuatro Caminos, doña Nora (Inorinda Nieves; “ohhh, ya yo tengo se-sen-ta y nueve años de edad”), lleva un lustro poniendo vino de frutas en las mesas de El Cuey, en El Seibo.
Pero no se preocupen. “Este vino no emborracha; es de fruta natural, la gente lo compra mucho en Nochebuena…”, aclara la microproductora.
“Lo hago de maíz, cereza, caña, maguey de bestia, jobo y carambola. A la gente le gusta mucho el de maguey. Para hacer el vino utilizo azúcar, blanca o negra, levadura y agua purificada. Aprendí con una asesora que vino al Club de Madres y ahora estamos tratando de legalizar los papeles del negocio para seguir adelante”, dice la entusiasta emprendedora, madre de siete hijos.
Pondera iniciativa
El viceministro de Fomento a las PyMES, Ignacio Méndez, resalta que República Dominicana debe tener en este momento 1.5 millones de pymes, de las que el 99% son micros empresas, ya que sólo unas 19,000 son pequeñas empresas. “El resto es formalizarlas y ayudarlas a que puedan sobrevivir”, dice el funcionario, al resaltar la iniciativa del programa OVOP.
“En nuestro país, OVOP inició como prueba piloto en 2014 en El Seibo, donde se identificaron más de 10 productores con características diferenciadoras y productos nostálgicos de la zona, como: El Mabí Seibano, Dulces de Doña Tula o La Ruta del Chocolate”, sostuvo.
“Actualmente replicamos este proceso en la provincia de Montecristi, donde se identificaron nuevos productos que se suman a este gran proyecto, como: la sal, la ruta del chivo, la Miel, el carnaval, el banano orgánico, entre otros”, dice el funcionario.