[dropcap]E[/dropcap]l mundo es una cárcel para los deportistas extremos, quienes en su afán por desafiar las trabas que traza la sociedad demuestran que no hay límites que los detengan, mientras que para otros es un parque de diversiones convertido en un paraíso arquitectónico, el cual es ideal para desarrollar las destrezas al practicar el arte del desplazamiento.
Es a esto a lo que muchos jóvenes le llaman “Parkour”, una disciplina que, aunque no sea exactamente un deporte, requiere de fuerza y agilidad para moverse de un lugar a otro con la visión de esquivar los obstáculos de la ciudad, es decir, los muros, escalinatas, vallas e incluso medianeras, con el fin de desarrollar habilidades mentales y físicas que moldeen el cuerpo.
“Todos tenemos miedos y estos se presentan en el terreno que usamos para practicar parkour, ya que en los muros se pueden presentar obstáculos que detienen nuestro andar. Es por esto que debemos intentarlo y, si fallamos, debemos volverlo a intentar, ya que es la única forma de aprender que el miedo es parte de la vida, pues esto solo busca que cuidemos mejor de ella”, indica Edgar Hernández, instructor de Parkour y fundador del grupo Urbanape.
Según Hernández, el parkour es originario de Francia y se practica en lugares donde se pueda trepar con movimientos rápidos. Llegó a República Dominicana en 2005 con un grupo llamado Dominio Urbano, el cual dio a conocer la esencia de esta disciplina mediante clases y talleres que influenciaron a otros grupos a crecer y continuar la enseñanza.
El grupo Urbanape, a cargo de Hernández, imparte semanalmente clases de preparación física, técnicas de salto y recepción de caídas, resistencia, fortalecimiento de las extremidades, flexibilidad e introducción a movimientos básicos, por un costo de RD$500 mensuales en la Plaza de la Cultura.
La vestimenta para practicar parkour debe ser cómoda, con pantalones deportivos largos y calzados cómodos, ya que los traceurs (practicantes de esta disciplina) están expuestos a un ambiente urbano que guarda peligro.
En cuanto a los beneficios, Hernández agrega que el parkour aporta mayor capacidad mental y una mejor condición física al desarrollar capacidades motoras, equilibrio e incluso mejora la capacidad a la hora de tomar decisiones en situaciones de peligro.
Retos
Kelvin Pérez es otro traceur que asiste a la Zona Colonial por las tardes para trepar por las ruinas. Explicó a elDinero que su pasatiempo es considerado como un acto de ratería debido a que los ladrones también trepan muros con rapidez y la policía suele apresar a muchos practicantes de esta disciplina por confusión. Añade, “tenemos que limitarnos a usar los pocos espacios públicos aptos para entrenar, ya que por lo regular nuestras técnicas debemos practicarlas en techos altos, pero se nos prohíbe el acceso y debemos conformarnos con algunos parques”.
Otro de los retos que tiene el parkour localmente es que no hay competencias ni asociaciones que impulsen su práctica, ya que quienes poseen las destrezas que aporta esta disciplina pueden participar como dobles en películas de acción, de igual forma como lo hizo Pérez en la película Lotoman 003, en la que se destacó por hacer el papel de un ladrón por sus tácticas de movimiento. Y no solo son los hombres quienes practican esta disciplina extrema, también las mujeres tienen su participación, aunque en menor presencia.
Inicios del parkour
El parkour surgió en Francia en la década de los 80, por parte de David Belle y Sebastien Founcan, quienes crearon una serie de movimientos artísticos utilizando el método natural de George Hébert, un instructor de educación física que entrenó arduamente a cientos de soldados para la Segunda Guerra Mundial en campos de batalla con actividades corporales que incluían vueltas en el aire y ejercicios convencionales.
Ambas combinaciones dieron origen a lo que los tranceurs llaman el arte del desplazamiento “L´Art Du Deplacement” o ADD por sus siglas.