[dropcap]C[/dropcap]on la futura entrada en operación del proyecto termoeléctrico Punta Catalina, República Dominicana se convertirá en el mayor consumidor de carbón de la región, triplicando su consumo actual de cerca de un millón a poco más de tres millones de toneladas al año.
La construcción de la Central Termoeléctrica tendrá una capacidad de 720 Mw, integrada por 2 unidades de 360 MW, cada una, para la generación de energía a partir de la quema limpia de carbón mineral pulverizado.
Contará con la instalación de una terminal de recepción de carbón para barcos auto-descargantes, con una capacidad máxima de 80,000 toneladas, así como todas las instalaciones de apoyo como patio y correas transportadoras cubiertos, para el almacenaje y transporte del carbón; sistemas de descarga, de refrigeración y de tratamiento de agua y una sub estación eléctrica.
Los equipos serán de última generación, fabricados e instalados bajo los más altos estándares internacionales, lo cual garantizará el suministro de energía eléctrica por más de 25 años.
Entre los objetivos que cita el gobierno dominicano para impulsar este proyecto se destaca la diversificación que tendrá la matriz energética en la cual pasará de tener un 14.8% en 2015 a un 36% en 2018 de participación como combustible para generación, de acuerdo a sus proyecciones.
El diversificar la matriz de combustibles no es un objetivo en sí mismo, sino que apunta a reducir el precio final de energía del país y proveer un perfil de riesgo más robusto ante choques externos al disminuir la dependencia del sector eléctrico con el petróleo.
¿Quiénes serán los suplidores de carbón mineral de Punta Catalina? A diferencia del mundo del petróleo con las famosas NOC o National Oil Corporations, donde los países y Estados son dueños de las operaciones y los recursos, en el mundo del carbón de este lado del planeta, el negocio es explotado por grandes empresas privadas dedicadas a la minería del carbón mineral.
El volumen de carbón térmico es de unos 800 millones de toneladas al año y sus transacciones operan en el mercado de comercio internacional, con reglas y precios definidos por este mercado. Es bueno puntualizar esto para que no hayan falsas expectativas; en el carbón, no existen negociaciones de estado a estado para asegurar “precios preferenciales” de este combustible, como hay ejemplos en otros combustibles con acuerdos como Petrocaribe o algunos de estado a estado sobre transferencias de gas natural vía gasoducto.
Por cercanía geográfica encontramos que tanto Estados Unidos como Colombia parecerían ser los mejores posicionados para abastecer este combustible a República Dominicana. Al revisar el histórico de compras de carbón para las unidades de EGE Itabo y EGE Haina que queman este combustible, se evidencia que la mayor parte de los volúmenes han sido comprados de estas dos fuentes a través de los años.
El mercado colombiano y estadounidense presentan diferencias marcadas en relación a la composición de los oferentes, las calidades del producto que pueden ofrecer, la infraestructura necesaria para llevarlo a los puertos para su exportación así como el clima de negocios y potenciales impactos de regulaciones futuras –incluidas las ambientales– que puedan afectar su sostenibilidad. Sin duda, la industria de carbón estadounidense tiene un futuro mucho más retador que la colombiana, por la combinación adversa de varios de los factores que antes mencionamos.
Colombia tiene la capacidad de exportar unas 85 millones de toneladas anualmente, principalmente a través de tres grandes operaciones por tres multinacionales establecidas allí: Drummond, Glencore y Cerrejón. Recientemente el gobierno colombiano impuso el requisito de cargue directo para poder exportar carbón desde dicha nación.
Para poder cumplirlos, tanto Drummond como Glencore debieron realizar inversiones millonarias para construir puertos de última generación para asegurar un proceso muy controlado que lleva el carbón desde el puerto hasta el interior del barco a través de correas transportadoras, minimizando riesgos de derrames de carbón en el litoral caribe de dicha nación. Desde sus inicios, la operación de Cerrejón cuenta con dicho sistema, pero dicha empresa también decidió ampliar su capacidad exportadora construyendo un segundo muelle de atraque, en el famoso Puerto Bolívar.
El no disponer de alternativas de cargue directo ha limitado un poco la posibilidad a pequeños productores de utilizar puertos públicos con los métodos tradicionales de carga a granel del producto. Lamentablemente esto, de alguna manera, ha disminuido la competencia en el mercado de las ofertas que vienen de Colombia pero ha hecho que se centre en productores con grandes inversiones en la zona y con operaciones más robustas y confiables. En el sector es conocido el dicho de que el carbón más caro que puedes comprar, es aquel que no llegó cuando lo necesitabas.
¿Son todos los carbones iguales? Claro que no, y esta particularidad hace que no exista un precio único mundial. No es el mismo producto un carbón con alto poder calorífico, bajo contenido de ceniza y de humedad, que uno que por el contrario sea muy húmedo, con altas cenizas y que no tenga tanto poder calorífico.
Luego de considerar las especificaciones técnicas de la central Punta Catalina, fácilmente puede intuirse que los técnicos que trabajaron el proyecto visualizaron un gran abanico de calidades del carbón, por lo que a priori, no vemos que por temas de calidad deba haber predilección por uno u otro carbón.
Por igual, creemos que cualquier productor de los nombrados podrá hacer ofertas DAT Punta Catalina (delivered at terminal) o en condiciones FOB Colombia (free on board), si el gobierno desea hacerse cargo del transporte de dicho combustible.
¿Qué precio pagará Punta Catalina por el carbón? Esto es un punto algo incierto y que dependerá del mercado, pero es muy importante considerando que el principal componente de costo en la producción eléctrica es el precio del combustible que utilizan las unidades generadoras.
Finalmente, lo mínimo que se esperaría es un proceso transparente, conducido bajo altos estándares, bajo los lineamientos del mercado internacional, y que ofrezca participación a la libre competencia. Así mismo, debe verificarse la solidez y respaldo financiero de los oferentes y garantizar que la logística de barcos y procesos de nominación no pongan en riesgo la operación de la central.
Creemos que un proceso bien conducido puede garantizar un suministro de carbón de forma confiable y a mínimo costo a la futura nueva central. Este es un reto que el nuevo gobierno deberá enfrentar en los próximos años para que efectivamente los frutos y expectativas creadas con la construcción de este coloso energético puedan materializarse.
Por Freddy Obando Prestol
Página institucional de la
Cámara Americana de Comercio (AmchamRD)
amchamrd.org.do