[dropcap]R[/dropcap]epública Dominicana se aboca, indefectiblemente, a cambios en su estructura impositiva. Aún no hay forma de asegurar si lo que sucederá será a profundidad o no. El entramado fiscal, por sí solo, está pidiendo una revisión seria, responsable y contundente. Nadie, en su sano juicio, puede soslayar lo obvio.
El país no puede sustentar su desarrollo económico, que no es lo mismo que bienestar general, en el financiamiento y en el encubrimiento del déficit con la emisión de más deuda. Por más flexible que sea una vejiga llega a un límite en que se rompe y difícilmente se pueda predecir el punto de quiebre.
Si hay que revisar el ecosistema impositivo, entendido como un proceso de reforma tributaria profunda o pacto fiscal, es necesario, y hasta podría decirse que es un imperativo, que se asuma con un alto grado de responsabilidad compartida. Los sacrificios no pueden venir de un solo lado.
Los empresarios y los consumidores están en el derecho de exigir a quienes dirigen la cosa pública que asuman una cuota de sacrificio en aras de convencer sobre la verdadera intención de un proceso como el que se avecina.
El Estado dominicano ha crecido en tamaño, mas no en eficiencia. En la medida en que se han ido adhiriendo instituciones, sin discriminar su índole, los resultados han sido peores en términos de eficacia. Los ejemplos sobran y los ingresos públicos son finitos, mientras crece la deuda social.
¿Para qué han servido los ministerios de la Juventud y de la Mujer? ¿Por qué no juntar tantas instituciones en una sola, hacerlas más eficientes en términos de sus funciones y del presupuesto que manejan? ¿Por qué hay tantas entidades encargadas del tránsito, mientras el caos y el desorden mayúsculo no ha habido forma de frenarlos? ¿No sería más justo un Ministerio de Transporte que trace las políticas en este sector?
¿Por qué si Obras Públicas ha hecho un trabajo tan eficiente existe una OISOE con funciones similares, generando escándalos innecesarios al Poder Ejecutivo?
¿Para qué existen el Inespre y el IAD, si bien pudieran ser departamentos adscritos al Ministerio de Agricultura?
¿Por qué existen tres distribuidoras de electricidad, cuyo único dueño es el Estado, su función es la misma y no se ha demostrado que mantenerlas separadas haya logrado eliminar el peso financiero que significa el sector para el país?
Ante lo ineludible hay que poner atención. Una vez se rompen los platos no basta con buscar culpables. La solución o corrección de muchas de las deficiencias del Estado está en que haya voluntad política de quienes tienen el poder de decisión. Si hay inseguridad ciudadana, en gran medida, también se debe a la irresponsabilidad con que se ha manejado el Estado. Y no es de ahora.
Está demostrado que con la creación de nuevas instituciones, muchas de las cuales superpuestas a otras en sus funciones, no se logra eficiencia ni institucionalidad, todo lo contrario: se complica muchísimo más el entramado del Estado.
El reto está en convertir el desarrollo económico alcanzado en los últimos 30 años en bienestar, lo cual se logra con una garantía real de los servicios básicos que el Estado debe proveer a los ciudadanos: salud, educación, seguridad, transporte público eficiente, justicia, estabilidad económica y condiciones para la expansión del sector privado como generador de oportunidades.
Casarse con la gloria también es cuestión de decisión política.