[dropcap]P[/dropcap]arecería materia común que la mayoría de los políticos dominicanos, y una buena parte de los ciudadanos de a pie, en períodos pre eleccionarios se comportan como si el país se fuera a acabar el día de las votaciones. De hecho, vemos cómo los supermercados son abarrotados de consumidores, quienes compran cosas que ni siquiera necesitan o son útiles para un conflicto armado –post electoral– que todo el mundo sabe que no ocurrirá.
Esto forma parte de una cultura heredada de un período de oscurantismo que vivió República Dominicana, en donde la incertidumbre era parte del folklore político, lo cual también se convertía en un chantaje del gobierno, y sus adláteres, en reelección.
Pero los tiempos han cambiado, y la democracia, aunque no ha crecido mucho, tiene la edad suficiente como para enviar un mensaje de que, a partir de este momento, la vida de los dominicanos debe continuar, y que las preocupaciones y prioridades de ahora deben estar en concentrarse en elementos fundamentales como mantener la estabilidad macroeconómica, incentivar la inversión privada, y mantener un clima favorable a los negocios.
En consonancia con lo anterior, el Gobierno deberá concentrarse en ir modelando el “nuevo” –y esta vez debe ser en serio– gabinete, además de ir creando las condiciones para la implementación de los ejes estratégicos que fueron promesas de campaña, tales como la innovación para el apoyo a la competitividad empresarial, la creación de empleos, el mantenimiento de la inversión en educación, entre otros.
Otra prioridad del gobierno durante la “transición”, debería estar dirigida a revisar la Estrategia Nacional de Desarrollo, medir sus avances, los impactos que ha tenido, las soluciones que ha permitido, y las mejoras en el bienestar de la población que ha provocado. Esto posibilitaría enviar un mensaje a la sociedad de continuidad del Estado en materia de objetivos y propósitos; pero también permitiría que el próximo gobierno, a pesar de sus propuestas de campaña, no esté dando palos a ciegas sobre las cosas que deben hacerse y lo que no debe hacerse.
Una novedad que quizás debería implementarse durante el proceso de transición, para continuar haciendo lo que nunca se ha hecho en el país, es que el Presidente electo convoque a una reunión con los candidatos presidenciales que terciaron en esta contienda electoral, y recopile su visión de lo que debería hacerse para resolver los principales problemas que, por décadas, han aquejado a los dominicanos. Esto permitiría inaugurar, aunque sea teóricamente, lo que podría denominarse un Gobierno de Unidad Nacional.