[dropcap]L[/dropcap]as cooperativas son una realidad de décadas en el sector financiero dominicano. Como instituciones mutualistas han formado parte esencial en la vida de mucha gente y comunidades, sirviendo como canalizadoras de créditos a diversos segmentos y como fuentes generadoras de empleos.
Como publicara elDinero en enero pasado, los activos de las cooperativas en su conjunto superan los RD$60,000 millones, con algunas que en forma individual son más grandes que los 18 bancos de ahorro y crédito del país, o que las 16 corporaciones de crédito en operación juntas, entidades que también son reguladas.
Sólo la Cooperativa Nacional de Maestros (Coopnama), la más grande de ese sector, tiene activos sobre los RD$20,110 millones, lo que la hace más grande que 10 de los 17 bancos múltiples en el sistema financiero nacional. Sin embargo, Coopnama como cooperativa no tiene regulación de sus operaciones más que la supervisión parcial del Instituto de Desarrollo y Crédito Cooperativo (Idecoop), que en cierto modo no ha jugado un papel responsable.
La reunión entre el gobernador del Banco Central, Héctor Valdez Albizu, y el director ejecutivo de la Asociación de Instituciones Rurales de Ahorro y Crédito (AIRAC), Virginio Rafael Gerardo, en la que participaron técnicos de ambas instituciones, es una muestra de que se encaminan esfuerzos loables para no sólo darles más credibilidad, sino también para sacarlas de lo que en Estados Unidos es conocido como “banca de la sombra”.
Los cooperativistas saben que están en la necesidad y obligación de entrar a un mundo regulado, que deben apostar a la transparencia y que de ahí depende su existencia. Y qué bueno que sea así. La reunión entre AIRAC y el Banco Central es una admisión de la disfuncionalidad en que ha caído Idecoop que, en lo sucesivo, habrá de convertirse en un departamento adscrito a la Superintendencia de Bancos.
Para nadie es un secreto que la entidad llamada a regular, supervisar e impulsar el sector cooperativista sólo ha servido para cumplir promesas políticas. La historia lo cuenta así.
Es justo reconocerles a los ejecutivos de AIRAC su disposición a que las cooperativas sean reguladas y supervisadas oficialmente, pues es una forma de aumentar su credibilidad y confianza, colocándolas en mejores condiciones de competir.
Hay que reconocer también que las cooperativas han hecho grandes esfuerzos por ajustarse a estándares internacionales respecto a la procedencia y uso de los recursos, así como los requisitos de garantías que deben cumplir los usuarios.
Ya está la voluntad expresada. Establecer las normativas que sean necesarias para disminuir los riesgos y colocarlas en las condiciones que exige el Grupo de Acción Financiera Internacional GAFI para la prevención de lavado de activos y de acciones relacionadas con el terrorismo.
Una buena noticia es que el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) dará apoyo al país con la asignación de dos expertos en cooperativismo que trabajarán, junto con técnicos dominicanos, en una propuesta de regulación y supervisión especializadas de las cooperativas, tomando en cuenta la naturaleza de estas entidades y de acuerdo con las mejores prácticas internacionales en la materia. Esperar que no se ralentice el proceso es una esperanza de todos.