[dropcap]P[/dropcap]revio a la globalización de los mercados y a la apertura comercial, la transferencia de fondos financieros a países definidos como paraísos fiscales, no constituía una preocupación para los gobiernos, ni era motivo de investigación (morbo periodístico incluido).
Para la mayoría de los mortales, eso era algo común para los ricos y poderosos que habían acumulado grandes fortunas, las cuales, en la mayoría de los casos, provenían de los resultados de utilidades empresariales, así como de herencias familiares con justificación histórica.
No obstante, se sabía de uno que otro ladronzuelo mundial, dictador por demás, que depositaba dinero mal habido en Suiza, país pionero en el tema del secreto bancario, cuyos orígenes eran dudosos.
Pero los mercados financieros también se fueron globalizando, y muchos países, incluyendo Panamá, vieron en el capital financiero internacional un mecanismo de financiamiento de su economía, para lo cual establecieron atractivos regímenes impositivos, al tiempo que aseguraban un discreto manejo de información con relación a clientes, montos y orígenes de los depósitos realizados y/o instrumentos financieros adquiridos.
Esto hizo que se crearan, a su vez, empresas de administración de inversiones y firmas de abogados, como Mossack Fonseca, que gestionaban y colocaban fondos de múltiples clientes, sin que esto implicara un riesgo para ninguno de los actores.
Sin embargo, la filtración de documentos vinculados al ejercicio profesional de la firma Mossack Fonseca ha cambiado la historia, y los papeles de Panamá, como se le ha llamado a este caso, están dejando entrever las entrañas oscuras de un sistema financiero mundial que apuesta al delito, al lavado de dinero, a la evasión fiscal y a la corrupción.
Esto así, debido a que se ha comprobado que muchos de los fondos depositados en entidades “offshore”, como las que se descubrieron con la crisis bancaria ocurrida en 2003 en República Dominicana, provienen de la corrupción administrativa gubernamental y de la existencia de redes mafiosas, público-privadas, cuyas ramificaciones aún se investigan.
Se estima que los documentos filtrados contienen información sobre 214,488 entidades offshore, conectadas a diferentes personalidades de la vida pública y del mundo empresarial de alrededor de 200 países.
Se sospecha que en los papeles de Panamá existen algunos nombres de personalidades de la política, del sector privado dominicano y del Gobierno. Sentémonos en las gradas porque este chisme internacional, sin duda, apenas se inicia.