[dropcap]E[/dropcap]n términos geopolíticos, Cuba fue por muchos años un elemento de preocupación para los norteamericanos, sobre todo en tiempos de la Guerra Fría en donde ese país se constituyó en el principal aliado de los rusos en el Caribe.
Pero muchas aguas han pasado debajo del río desde aquel tiempo, tanta que Rusia tuvo que mirar hacia dentro para que la economía doméstica no se le complicara más de lo debido, al tiempo que puso más interés en sus vecinos más cercanos, así como en el petróleo que necesitaba para soportar el infernal invierno que caracteriza a esa zona del planeta.
De su lado, los inquilinos de la Casa Blanca, uno tras otro, con todo y el control de Guantánamo, continuaban sobredimensionando la capacidad guerrerista de Cuba, cuando la realidad era que el embargo de los EE.UU., y la disminución de la cooperación internacional, la habían sumido en una profunda y eterna crisis económica, que solo se sostenía con producción agrícola y con la propaganda política alrededor de conquistas sociales que se habían obtenido en el campo de la salud, la educación y el deporte.
Pero otros vientos empezaron a soplar para los cubanos desde la llega al poder de Barack Obama a la sala Oval. Lo primero fue el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Cuba y los Estados Unidos durante el 2014, lo cual implicó un “aumento en el comercio entre ambos países, el levantamiento de las restricciones a las transacciones financieras y la flexibilización en los límites a las remesas procedentes de territorio norteamericano”.
Desde ese momento, el flujo de inversiones desde Canadá, México y otros países no ha cesado, y el interés del capital financiero por hacer negocios en Cuba continúa creciendo, sobre todo incentivados por anuncios como los de Moody’s Investors Service, que mejoró la calificación de la deuda soberana de Cuba en los mercados.
También, los cubanos de Miami, a pesar de la cháchara, están volviendo a la isla en rol de turistas, llevando dólares y mercancías que dinamizan la economía cubana. El turismo, como siempre, sigue siendo la industria que sostiene al gobierno cubano, pero ahora con un ambicioso plan de expansión y crecimiento.
Frente a todo este panorama, a Barack Obama se le antoja realizar los días 21 y 22 de marzo una visita a Cuba y entrevistarse con sus líderes políticos, lo cual no solo es un una buena señal y un espaldarazo a las medidas de apertura económica que ha tomado el gobierno de los Castro, sino también un mensaje a los países del Caribe, tal como República Dominicana, que deben comenzar a pensar en serio el tema de la competitividad en la región.