[dropcap]H[/dropcap]ablar de RD$11,000 millones en créditos distribuidos entre 237,000 micro, pequeños y medianos empresarios, la mayoría con escasas posibilidades de acceder por otra vía a la banca formal, es una cifra respetable. Banca Solidaria es hoy una realidad financiera con peso importante en el sistema financiero dominicano.
El reconocimiento se lo llevan dos personas: el presidente Danilo Medina, que concibió la idea y todo el proyecto, y Maira Jiménez, ejecutora de este anhelo del jefe del Estado de otorgar préstamos blandos, en tasas y plazos, a personas emprendedoras, a fin de insertarlas en el apartado productivo nacional.
El rápido crecimiento de esta cartera especializada de microcrédito, que no es más “el brazo financiero” del Banco de Reservas, demuestra la necesidad de acceso a recursos que tienen los sectores más vulnerables del país. Sólo hay que imaginarse el impacto que tiene en las finanzas familiares de 237,000 personas que, de alguna manera, han encontrado la forma de poner en práctica su potencial emprendedor.
Banca Solidaria, a juzgar por los resultados que expone Jiménez, ha valido la pena, pues hasta la tasa de morosidad está en mejores niveles que los de la banca tradicional. Eso hay que celebrarlo, pues el registro establece que está en menos de 1%.
También es bueno y oportuno dejar bien establecido que Banca Solidaria no es un banco. Incluso, la base de clientes se maneja a través del Banco de Reservas, que es la entidad financiera a la que realmente pertenece. Esto, por supuesto, despeja algunas dudas respecto a la idoneidad con que opera esta iniciativa estatal de crédito a las Mipymes.
El Banco de Reservas, que es la principal entidad financiera del país, goza del respeto de la gente y del mercado, pues se maneja con los más altos estándares y criterios de transparencia. No hay nada que observar por este lado.
Ahora bien, el hecho de que una entidad como Banca Solidaria, que se define así misma como evaluadora de crédito, haya manejado, aprobado y/o autorizado el desembolso de RD$11,000 millones a clientes o beneficiarios, muchos de ellos con poca o ninguna referencia bancaria, vale la pena tener más detalles de cómo ha sido ese proceso.
Y es mejor prevenir que lamentar. Las buenas intenciones que han servido de ayuda al emprendimiento también deben acompañarse de un mecanismo de transparencia que convenza a todos, que no deje dudas o genere preguntas sin respuesta.
A Banca Solidaria hay que defenderla como una iniciativa de inclusión social y financiera, que ha hecho visibles a miles de dominicanos que antes no existían para nadie. Lo único que hace falta es un mayor flujo de información para la tranquilidad de todos.
No se trata de cuestionar la capacidad de trabajo y de transparencia de quienes dirigen el programa. Ahí no hay problemas. La historia ya los tiene en lugar especial como iniciadores de una entidad que, sin duda, es referente en la región. Y no hay que hablar de la famosa mujer del César…