National Harbor.- En la feria conservadora más importante del año triunfan las armas, los estampados de elefantes y los disfraces de marineros, pero la figura de Donald Trump sigue en entredicho dentro del Partido Republicano, preocupado por el precio a pagar por una conquista de la Casa Blanca.
“Existe una división entre la gente como yo, que quiere restaurar la Constitución (…) y el ‘establishment’ (aparato del partido) en Washington, que se ha convertido en una nueva monarquía, como la británica”, clamó William Temple en la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC), donde se citan las bases republicanas.
Habló vestido como un auténtico marinero de la guerra de la Independencia de EE.UU. contra Gran Bretaña, con una bandera amarilla del movimiento ultraconservador Tea Party a modo de capa y numerosas pegatinas y carteles del senador Ted Cruz, un “auténtico conservador” capaz de vencer en las primarias a Trump, un “rico gordo”.
En CPAC, organizada por los movimientos más conservadores de EE.UU., no son inusuales los disfraces de marinero ni quienes prefieren vestirse por completo con la bandera estadounidense.
Con el lema “la juventud por Reagan”, algunos retratan al ídolo republicano por antonomasia, el presidente Ronald Reagan (1981-1988), con un atrevido bañador con la bandera estadounidense, aunque otros prefieren sus figuras a tamaño real y de cartón.
En los estands que llenan parte del hotel de lujo del estado de Maryland en el que se celebra CPAC, se venden camisetas, chapas, pósters, muñecos despectivos del presidente Barack Obama y camisetas con elefantes (el animal del Partido Republicano) y con el lema “el lugar de una mujer es tanto la casa como el Senado”.
“Está ese dicho de que el lugar de la mujer es la casa, y eso es genial y lo apoyo, pero también podemos jugar un gran papel en la política. Tenemos una voz y debe de ser escuchada”, explicó a Efe Charlotte Rippy, una joven de 18 años de Florida (sur de EE.UU.) que ganó una beca para poder viajar a CPAC.
El candidato favorito de Rippy es el senador Marco Rubio, pero asegura que apoyaría a Trump si gana la nominación republicana.
Más beligerante contra el magnate neoyorquino se muestra Brian Hawkins, que salió del Ejército en junio después de pasar por varios destinos, como Afganistán, y que acudió por primera vez a la conferencia conservadora con una pancarta pintada a mano, azul y roja, con el mensaje “los veteranos contra Trump”.
“En Afganistán, mis traductores afganos arriesgaron su vida para sacar a los talibanes de ese país. Mi novia es de Corea del Sur. Creo que los inmigrantes no vienen a EE.UU. a violar y traficar con drogas, como dice Trump. Vienen a trabajar duro, a conseguir oportunidades y a luchar por el sueño americano”, destacó Hawkins.
“Trump no representa los valores del Ejército”, añadió este excombatiente que quiere despertar la conciencia de los veteranos de guerra, a los que el magnate trata de encandilar.
Como afroamericano republicano, Hawkins lleva “toda su vida” luchando contra el racismo de algunos conservadores y asegura que la figura de Trump le hace preguntarse por la identidad de su partido, al que se unió por ser el “de la oportunidad económica, del trabajo duro” y no el de la discriminación.
Mientras Hawkins se mantiene firme con su pancarta en alto en uno de los pasillos del centro de convenciones, una multitud de jóvenes de entre 18 y 25 años sigue el ritmo a un disyóquey en el enorme tenderete de “Big Government Sucks” (el Gobierno grande da asco), un movimiento conservador de estudiantes.
“Tengo una mezcla de impresiones sobre Trump, es muy controvertido”, destacó Charlie Kirk, fundador de “Big Government Sucks” y a quien un hombre llamó “el futuro presidente de Estados Unidos”.
Y es que en la feria conservadora más importante del país, los jóvenes no solo compran camisetas, sino que también trazan las conexiones sociales que un día podrían abrirles las puertas de un asiento en el Viejo Gran Partido (“Grand Old Party”, GOP, como se conoce la formación en EE.UU.).
La candidatura de Donald Trump y su desprecio por la vieja guardia del Partido Republicano hace temblar las estructuras conservadoras en un momento especialmente delicado, en el que el deseo de ganar la Casa Blanca es realmente intenso.