[dropcap]P[/dropcap]eter Drucker en su artículo “We need to measure not count” (necesitamos medir no contar), publicado en 1983 en el Wall Street Journal, expresaba la necesidad de medir el impacto de los procesos más que contar o contabilizar los mismos. Comúnmente los procesos migratorios tienden a evaluarse de manera cuantitativa y no cualitativamente. Es decir, se cuenta la cantidad de inmigrantes o emigrantes, no así el aporte que los mismos generan a la economía o las naciones en sentido general.
República Dominicana es un país de una importante dinámica migratoria. A tal punto que para el año 2010 un estudio del Centro de Estudios Monetarios Latinoamericanos (CEMLA) y el BID estimaban que el número de emigrantes dominicanos ascendía a 1,128,138 cifra que representaba aproximadamente el 12% de la población total del país. De esa cantidad, 879,187 emigraron a los Estados Unidos, 130,832 a España, y el resto a más de una veintena de países. Cabe destacar que esas cifras no toman en cuenta los descendientes de dominicanos nacidos en esos países.
Sobre los inmigrantes en República Dominicana, la Encuesta Nacional de Inmigrantes ENI-2012 realizada por la Oficina de Nacional de Estadística (ONE) indica que hay 524,632 inmigrantes, lo que equivale a un 5.4% de la población total del país, de los cuales 458,233 nacieron en Haití, y la cifra restante de 66,399 provienen de otros 60 países siendo los principales de Estados Unidos, España, Puerto Rico, Italia, China, Francia, Venezuela, Cuba, Colombia y Alemania.
En condiciones normales de estabilidad sociopolítica, el factor económico es quizás el principal motivo para la migración. Mientras haya capacidad de proveer empleos formales e informales controlados, recibir inmigrantes no es problema para los países receptores, sino más bien un impulso a su fuerza y aparato productivo. La encuesta ENI- 2012 plantea que las principales razones por las cuales los inmigrantes han venido a República Dominicana son la oportunidad de empleo (45.2%), mejores condiciones de vida (25.7%), estar con la familia (10.3%) y estudiar (7.5%).
Las migraciones (inmigraciones y emigraciones) deben ser evaluadas en términos de su impacto económico, cultural, político o social. En el caso particular de la economía, valdría la pena evaluar los aportes en términos de remesas, la creación de riqueza y la distribución de la fuerza laboral sectorial y su incidencia en el crecimiento económico del país.
En cuanto a la fuerza laboral, la mayoría de los emigrantes dominicanos se encuentran en los Estados Unidos (alrededor del 78%), y trabajan en los sectores educativos y salud (36.8%), alimentos, recreación, hospedaje (14.7%), comercio (12.9%), construcción (1.6%), agropecuaria (0.7%), entre otros según datos del estudio del CEMLA y el BID del 2012.
En el caso de la inmigración en dominicana, encontramos, según la ENI-2012, que el 72.8% de los haitianos son trabajadores o empleados asalariados, mientras el 57.2% de inmigrantes de otros países están en esa condición. Los inmigrantes haitianos trabajan en sector agropecuario (35.7%), la construcción (25.9%), el comercio (16.5%), y otros servicios (10.4%). Los inmigrantes oriundos de otros países trabajan en comercio (19.6%), otros servicios (27.1%), hoteles y restaurantes (12.8%), transporte y almacenamiento (10.8%) e industria manufacturera (10.5%).
El mismo estudio recoge que la tasa de desempleo abierto para la inmigración haitiana se situaba en 12.3%, en 8.8% para los inmigrantes de otros países, y 14.7% a nivel nacional para el año 2012.
En cuanto a las remesas (dinero enviado por emigrantes a su país de origen) como fuente importante de divisas, las cifras del Banco Central sostienen que en el 2014 las remesas hacia Dominicana ascendieron a US$4,620 millones superando los US$4,262 millones del 2013. El mayor flujo de remesas provino de los Estados Unidos en más de un 60% y luego España en alrededor de 16%.
Los datos oficiales del Banco Central registran que en el 2013 los flujos de remesas enviadas por inmigrantes desde Dominicana ascendieron a US$380.4 millones, cuyo destino fue Haití (63.3%), Estados Unidos (21.1%), y el resto a otros países.
La ENI-2012 refleja que sólo el 56.7% de los inmigrantes haitianos envían remesas, y el 29.7% de otros inmigrantes. Y que entre el año 2011 y 2012 los haitianos remesaron un promedio de US$616.6 dólares y los inmigrantes de otros países US$7,876.
Como se puede observar, República Dominicana tiene más del doble de emigrantes que la cantidad de inmigrantes en su territorio, e ingresa en remesas 12 veces la cantidad de dinero que egresa por el mismo concepto. Y cuenta con una fuerza laboral de doble vía que dinamiza la economía, ya sea a través de ingresos por las remesas entrantes y salientes, la ampliación de la base de consumo, así como en el incremento de la capacidad de gasto de las personas.
El debate nacional no debe reducirse en contar los inmigrantes o determinar qué tan “nacionalista” o no es una persona, sino enfocarse en cuales son los aportes del proceso migratorio para el desarrollo nacional. En tal sentido, Michael P. Todaro en su libro Economic Development (2000) plantea que “La importancia del fenómeno migratorio en la mayoría de los países en desarrollo no es necesariamente en el proceso en sí, o incluso en su impacto en la distribución sectorial de los recursos humanos. Más bien, su importancia radica en sus implicaciones para el crecimiento económico en general y para el carácter de ese crecimiento, especialmente sus aspectos distributivos”.
Midamos, no sólo contemos, y pensemos en la gran cantidad de personas que llegaron hace años a nuestro país y hoy en día ellos y sus descendientes son grandes empleadores privados del país; o pensemos en aquellos que durante décadas bajo el sol implacable han sostenido en sus espaldas el crecimiento de algunos de los sectores más dinámicos de la economía, sobre todo el que ha verticalizado medio país en base al cemento y la varilla.