[dropcap]L[/dropcap]a pobreza parece tener algunos componentes o variables relativas. Es muy probable que al pasar balance sobre lo que es un pobre en Angola, Sudáfrica, Estados Unidos, Japón, Haití, Cuba, México o República Dominicana hallemos diferencias muy marcadas.
Según el parámetro internacional, definido por el Banco Mundial y otras entidades multilaterales, vivir con menos de dos dólares por día es pertenecer a la pobreza. Alguna vez en nuestra vida hemos visto a personas decir que son pobres y que necesitan echar pa’lante o hacer malabares para sobrevivir.
Veamos: a diario vemos personas decir que son pobres. Sin embargo, por lo general no se ven con una apariencia de que pasen hambre. Todo lo contrario, muchos de los que se quejan a veces están “algo gorditos”, sin que esto signifique que están en salud.
Particularmente conozco “pobres” en cuyas viviendas tienen al menos dos televisores, tres abanicos, algunas veces un acondicionador de aire, comedor de seis sillas, licuadora, una nevera, dos celulares, internet, televisión por cable o parábola y los fines de semana el “hombre de la casa” se sienta en el colmadón a tomar un par de “frías” para “botar el golpe” y seguir trabajando “con más fuerza” el lunes.
¿A caso lo imaginó sin nada de estas comunidades? Sabemos que hay pobres que no pueden tener todas estas comodidades en nuestro país, pero, tratando este tema con sinceridad, creo que deberíamos redefinir el concepto de pobreza para República Dominicana.
No es raro ver viviendas en malas condiciones, prácticamente cayéndose, pero en su interior un radio grande que suena mucho y un televisor moderno, aunque las camas estén encaramadas en latas o blocks.
La realidad nos da de frente al identificar quién es realmente pobre en nuestro país. En muchos casos, “dándole caco”, se trata de un estilo de vida que forma parte de la misma cultura y del entorno en que deciden vivir y criar a los hijos.
Las empresas que sirven electricidad podrían ser una fuente de información confiable si dan a conocer los detalles que tienen en este sentido. Están conscientes de que la mayoría de los dominicanos que no paga la energía no lo hace por cultura o porque se acostumbró a que no le cobren.
Hablar de estos temas, aunque sea someramente, nos indica que lo único que ha faltado en nuestro país para poner en orden muchas cosas es decisión política. ¡Nada más!