[dropcap]U[/dropcap]na de las grandes diferencias entre las empresas industriales y las comerciales es que las primeras requieren de capital en reserva para poder producir, suplir a sus clientes y esperar el tiempo necesario para que les paguen, mientras que las segundas obtienen la mayoría de sus mercancías a crédito y las venden de contado, por lo que reciben el pago en el mismo momento en que entregan los productos que ofrecen.
Hay empresas comerciales que no solo tienen la ventaja de comprar a crédito y vender de contado, sino que también han desarrollado estrategias de negocios que les permiten comercializar toda la mercancía que ofrecen, debido a que se trata de productos de consumo masivo, de la canasta básica y de primera necesidad.
Se destacan en ese aspecto los supermercados. No es casual que en República Dominicana se hayan desarrollado exitosas cadenas de supermercados, afortunadamente todas de capital nacional: Centro Cuesta Nacional, Bravo, La Cadena, La Sirena, Olé, Plaza Lama son las de mayor renombre.
Los supermercados venden bienes de consumo masivo entre alimentos y productos no comestibles. En el caso de los alimentos se produce una situación especial: casi todas las cadenas de supermercados tienen sus propias panaderías y reposterías, con lo que ofrecen variedades de pan a precios favorables y muy estables en el tiempo. Además, ya no hay que ir muy lejos para comprar un sabroso bizcocho y agradar a algún familiar o amigo en su cumpleaños, pues cualquier supermercado los ofrece frescos y con buena calidad.
En cuanto a las frutas y vegetales, los supermercados tienen días especiales de ofertas a bajos precios para los clientes, algo que no les representa pérdidas, pues generalmente las hacen en coordinación con sus suplidores de esos productos, quienes en ocasiones los aportan como elemento extra a cambio de que la empresa les mantenga abiertos los contratos de compra durante largos períodos de tiempo.
En los supermercados también se han expandido las áreas de venta de alimentos cocidos a precios asequibles para desayuno, almuerzo y cena con variedades de platos de estilo criollo que son aprovechados por trabajadores y residentes de zonas cercanas.
El servicio de comida cocida tiene para los supermercados dos ventajas fundamentales: la primera es que se trata de una modalidad de negocio adicional a la de vender productos comestibles y no comestibles en la forma tradicional. En segundo lugar, es una forma de garantizar la venta de productos perecederos antes de que lleguen a su fecha de vencimiento o de que su apariencia se torne poco atractiva para los clientes.
Por ejemplo, productos como vegetales y carnes, que por cualquier causa no se vean atractivos, son rechazados por los clientes y de no ser sometidos a su rápida cocción se perderían. Con un restaurante de comida rápida, el supermercado toma esos productos, que están en buen estado, aunque no se vean atractivos a la vista, los cocina y los vende para su ingesta inmediata.
Lo mismo ocurre con productos enlatados o procesados que no se han vencido, pero están cerca de su fecha de vencimiento. Los clientes no los comprarán si se vencen dentro de dos o tres días, por lo que el supermercado tiene la posibilidad de utilizarlos en la cocina de los restaurantes y venderlos ya como productos para el consumo inmediato.
Ya sean productos comestibles o no comestibles sin previa preparación, o alimentos cocidos listos para su consumo inmediato, los supermercados tienen la forma de satisfacer prácticamente todas las demandas de los consumidores con la ventaja de que compran a crédito, en ocasiones con 60, 90 y hasta mucho más días para pagar, y venden de contado, lo que les garantiza un flujo de efectivo constante al cual también le pueden sacar provecho depositándolos en los bancos a plazos mensuales y generando intereses antes de pagarles a los suplidores. Buen negocio, pero no improvisado. Hay que saber de eso.