[dropcap]L[/dropcap]a condición migratoria de los ciudadanos haitianos en República Dominicana no es una limitación para el desarrollo de sus actividades religiosas. Por el contrario, cada vez es mayor la cantidad de haitianos cristianos (más evangélicos que católicos) que se congregan en las iglesias del país.
El fenómeno migratorio está ligado a un proceso de adecuación en la sociedad dominicana, puesto que los inmigrantes haitianos se incorporan de manera regular al estilo de vida nacional, cultural y religioso, sin dejar de lado sus orígenes.
La religión, en particular, ocupa un lugar preponderante en la vida de los haitianos. Según el sacerdote Regino Martínez, coordinador de Solidaridad Fronteriza del Servicio Jesuita, la incorporación de los inmigrantes a la religión, principalmente en la iglesia católica, ha servido para forjar bases morales que mejoran su sentido de accionar ante la sociedad.
Sin embargo, en el país esa comunidad se ha afiliado más a la religión cristiana, a pesar de que el 70% de la población haitiana es católica.
Para Martínez, este cambio de religión se debe al estado de ilegalidad que mantienen los haitianos, donde el temor por ser repatriados les impide participar de las celebraciones litúrgicas, ya que las iglesias católicas se encuentran en su mayoría ubicadas en lugares céntricos de las ciudades y pueblos, mientras que las congregaciones evangélicas son grupos pequeños y aislados en donde se sienten protegidos.
Eduardo Saint Jean, quien es laico y director de la Pastoral Haitiana de la Arquidiócesis de Santo Domingo, entiende que la presencia de los inmigrantes haitianos se ha incrementado en la religión cristiana y esto ha implicado una baja participación de feligreses de ascendencia haitiana en la iglesia católica. “Actualmente en la ciudad de Santo Domingo tenemos tres sacerdotes, un diácono y cuatro monjas, que se han formado en seminarios dominicanos y haitianos” dijo el religioso.
Manifestó que uno de los inconvenientes en los servicios religiosos católicos es el idioma, ya que en las iglesias la misa se celebra en español, a lo que explica que el cuarto domingo de cada mes, en la iglesia Santo Cura de Ars de la avenida Duarte, un sacerdote haitiano ofrece una misa en creole.
Crecimiento del cristianismo
Fidel Lorenzo Merán, presidente del Consejo Dominicano de Unidad Evangélica (Codue), explica que la composición de la comunidad haitiana en la religión cristiana se ha incrementado mucho, ocasionando una división: un grupo netamente haitiano con localidades propias en donde los cultos se realizan en creole, y las comunidades mixtas, que son las iglesias que cuentan con un 90% de haitianos y 10% de dominicanos en donde los cultos se desarrollan en español y creole.
Merán declaró a elDinero, que actualmente el Codue representa a 9,000 iglesias registradas a nivel nacional y de éstas, alrededor de 310 son haitianas. Estas iglesias se encuentran unificadas a través de sus concilios en la Iglesia Reformada Cristiana Misionera (IRCM), que cuenta con 90 templos, convirtiéndose en la mayor congregación con iglesias de este tipo, le sigue la Iglesia de Dios con 80, Iglesia Metodista Libre con 35 y la Asamblea de Dios con 25 congregaciones haitianas.
Las 80 iglesias restantes se congregan de manera independiente, es decir, que no están incorporadas ni afiliadas al Codue, aunque institucionalmente reciben asistencia.
En cada una de estas iglesias se congrega un promedio de 70 miembros.
La religión como seguridad
Según Merán, las iglesias haitianas tienen la característica de ser más organizadas en términos estadísticos que las dominicanas, y entiende que esto se debe a que esa comunidad, en su mayoría indocumentados, utilizan el registro para salvaguardar su estatus migratorio en el país.
“Un haitiano se inscribe en el instituto bíblico y no espera el tiempo correspondiente para obtener el carnet de estudiante o de membresía de la iglesia, porque en su estado de ilegalidad esta identificación le sirve de protección ante las leyes migratorias del país”, agregó Merán.
El vudú. Es una tradición asociada a la llegada de esclavos desde África a América. Esta costumbre caracteriza a una gran parte de la población haitiana, aunque la mayoría son cristianos católicos.
La migración de sus nacionales hacia República Dominicana ha hecho que esta práctica a menudo confronte las tradiciones religiosas del país, ya que cada vez más inmigrantes consideran su orientación religiosa como una opción, no como una tradición familiar o cultural, tratando de alejarse del vudú.