[dropcap]L[/dropcap]os industriales dominicanos aglutinados en la Asociación de Industrias han tirado el grito al cielo por la situación que atraviesan y por la incertidumbre a la que están sometidos.
Una de sus preocupaciones es sobre lo que llaman un “excesivo endeudamiento” y la facilidad con que el gobierno asume determinados proyectos basados en la obtención de préstamos y, en ese orden, plantearon la necesidad de que las autoridades se “empantalonen” y sean más austeras en el gasto.
Esta posición no solamente es válida si tomamos en consideración que uno de los principales problemas de los déficits fiscales es su financiamiento.
En el caso de los préstamos a través de fuentes internacionales, la problemática es que hay que pagarlos en dólares, lo cual implica que el gobierno tratará de buscar ingresos, casi siempre vía impuestos, para saldar sus deudas.
En lo concerniente al financiamiento, el tema es que con esto el gobierno reduce las posibilidades de endeudamiento del sector privado, incidiendo negativamente en la obtención de préstamos por parte de las empresas y, por ende, afectando la inversión privada y provocando alzas en las tasas de interés.
Un tercer elemento es cuando el gobierno se endeuda con proveedores, a los cuales paga con retrasos que sobrepasan los 120 días. Cuando el proveedor es una pequeña industria probablemente quebrará, pues a la TSS ni a Guarocuya Félix le interesa si el gobierno le ha pagado o no, pues ese anticipo no se lo despinta nadie.
Otra preocupación valedera de los industriales es la relacionada con la reducida capacidad de la industria local de competir en los mercados internacionales, lo cual se refleja en el comportamiento de la balanza comercial y, más específicamente, en la tendencia de las exportaciones y la expansión casi permanente de las importaciones durante los últimos tres lustros.
En efecto, mientras que la cantidad de bienes y servicios que se compran en el exterior han venido creciendo de manera significativa desde el año 2000, lo contrario ha ocurrido con las ventas de bienes y servicios al exterior.
Para 2014, las exportaciones, incluyendo las zonas francas, llegaron casi a US$10,000 millones, en tanto las importaciones se colocaban en US$17,200 millones, una diferencia de US$7,200 millones. Una cosa que demandan los industriales es el monopolio y el alto costo en el transporte de carga. Haría bien el Gobierno con ponerle atención a estas demandas, ya que, poco a poco, nos estamos quedando sin un sector que es el que agrega valor a la economía.