[dropcap]Y[/dropcap]a lo dice el viejo adagio: la esperanza es lo último que se pierde. La Dirección General de Aduanas (DGA) dio el banderazo para alcanzar la meta de poner en ejecución la tan anhelada Ventanilla Única de Comercio Exterior.
Creo que esta institución, de lograrlo, merece aplausos. Pero también las felicitaciones deben sentirlas todas las instituciones del sector privado que no dieron un paso atrás en la búsqueda de implementar algo tan vital para nuestra competitividad.
Los sectores productivos de nuestro país, liderados por las asociaciones de Industrias de República Dominicana, de Exportadores y la Cámara Americana de Comercio, han perdido la cuenta de cuántas veces reclamaron que se iniciara este proceso.
Resulta vergonzoso que nuestro país sea el único de los que firmaron el acuerdo de libre comercio con Estados Unidos y Centroamérica sin este mecanismo de agilización de comercio.
Lo que ha sucedido con el sector exportador en los últimos años, independientemente del impacto que pueda tener una u otra crisis internacional, guarda relación con la carencia de una ventanilla única para agilizar el proceso de exportación. Esta debilidad nos resta competitividad como mercado.
Una vez se complete el proceso, previsto para enero de 2016, habrá que celebrarlo en grande. El presidente Danilo Medina se anotará otro punto a su favor si deja establecido un camino expedido para que nuestras exportaciones fluyan. El Decreto 470-14 es la llave que sustenta esta apuesta del Estado por lograr un camino más transparente, corto y eficiente para fortalecer nuestras exportaciones.
La puesta en marcha de la Ventanilla Única no sólo viene a cumplir con lo establecido en el decreto que la instituye, sino que cumple con una de las aspiraciones de la Organización Mundial de Aduanas (OMA) y la Organización Mundial del Comercio (OMC), de crear los mecanismos que eliminen retrasos en los procesos de importación y exportación y agilizan los trámites aduanales.