[dropcap]U[/dropcap]na de las características negativas de los individuos es la tendencia a subestimar las capacidades y habilidades de aquellos con los cuales, en el terreno deportivo, económico o político, compiten.
La alusión viene a cuento porque al presidente Danilo Medina más de uno, velada o de manera abierta, le restó en sus condiciones políticas de buen estratega, subestimó su liderazgo y rebajó hasta su perfil intelectual para descartarlo como opción real de poder.
Y esto ocurría tanto dentro de su propio partido como en la misma oposición lo cual, era alimentado por los resultados de unas encuestas que no le otorgaban más allá de un 30% faltando meses para las elecciones.
Con sorpresa e incredulidad fueron los compañeros del PLD a celebrar el triunfo de Danilo, aun cuando continuaban dubitativos en lo relativo a la capacidad que el nuevo Presidente tendría de maniobrar adecuadamente la antorcha que el líder de ese entonces, le estaba pasando.
Las dudas llegaban más lejos, pues muchos entendían que su gobierno terminaría con relativa dificultad y hasta pronosticaban la aparición de preocupantes elementos de ingobernabilidad. Confieso también que fui presa de esas dudas cuando, en una reunión con él como presidente electo, estuve invitado para presentarle el Plan de Apoyo a las Mipymes del cual fui uno de sus artífices.
Este hombre sencillo y sereno preguntaba cada cosa, y no parecía un hombre calculador ni con ínfulas de líder; parecía más bien un convencido de su rol como político y de su compromiso como Presidente.
Pero todos nos quedamos cortos, el plan era amplio, perfectamente elucubrado y técnicamente factible; solo había que ordenar las piezas y hacer que encajaran políticamente, y esperar por los errores de los contrarios de dentro y de los enemigos de afuera.
Construyó un mundo mediático envidiable, se respondió a las presiones de una sociedad ávida de respuestas en el ámbito educativo, se echó un pulso con los dueños del oro, se creó una banca para que fuera solidaria, se le dio al Comité Político lo que quería, las Mipymes empezaron a bailar en la fiesta, en tanto las visitas comenzaron a sorprender a los agricultores.
Y la popularidad del gobierno fue aumentando, así como el silencio del Presidente. Y las dudas empezaron a desaparecer, mientras las encuestas, públicas y privadas, hablaban. Los partidos bisagras fueron cayendo, incluyendo uno de un “jacho” ya apagado.
La Reforma Constitucional para posibilitar la reelección, fue el punto culminante que este hombre subestimado esperó para enrostrarnos que su PLAN era PERFECTO.