Sobre el turismo y el potencial de la región Este de República Dominicana esto es lo que dice el Banco Central: “…el número de unidades de alojamiento se mantiene en crecimiento, superando las 86 mil habitaciones hoteleras disponibles en el año 2019. Estas se encuentran diseminadas por todo el país, pero con mayor concentración en Bávaro-Punta Cana, principal polo turístico de República Dominicana localizado en el extremo oriental. Dicha zona es la mayor receptora de viajeros y emplea la mayor cantidad de trabajadores en el sector”.
Como dominicano, y luego como periodista, me preocupa lo que pueda suceder en todo el país, pero fundamentalmente en esta importante zona turística. Y debe ser así. Un conflicto aquí repercute de manera profunda en cada rincón de República Dominicana a través de los demás sectores. Nadie puede abrogarse el monopolio del desarrollo, menos el turístico. El Estado ha jugado un papel preponderante en disponer de los recursos públicos necesarios para facilitar las cosas.
¡Y qué bueno que así ha sido! Si hoy podemos hablar de un sector turístico fuerte, pujante, que habrá de levantarse más fuerte luego de la pandemia, se lo debemos a cada dominicano que con sus impuestos ha hecho que hoy podamos disfrutar de infraestructura de la mejor calidad para llegar hasta los hoteles que hoy reciben más del 65% de los turistas que visitan República Dominicana. La visión, en todo caso, la tuvo el presidente Joaquín Balaguer cuando a finales de la década de los 60 designó a Ángel Miolán en la Dirección General de Turismo. La historia, luego de ahí, es harto conocida.
En este contexto es que me surge la siguiente pregunta: ¿Quién puede abrogarse el desarrollo turístico dominicano? Y me llega otra interrogante: ¿Puede monopolizarse el bienestar de todos ciudadanos que habitamos esta tierra rica en recursos naturales? Jamás. De la región Este, por su impacto que tiene en la imagen del país, me preocupan hasta los enfrentamientos y conflictos particulares que se dan entre choferes y sindicatos encargados de ofrecer este servicio a los que llegan a disfrutar de las bellezas dominicanas. La verdad es que no hallo lógica en esto, tomando en cuenta que quienes protagonizan estos “desórdenes estériles” sólo ponen en juego su propia existencia. Aquí, por supuesto, la falta de autoridad tiene una cuota interesante.
¿Y dónde más hay una falta de autoridad responsable, sin dejar de lado el respeto a la Ley de Competencia? En el conflicto que escenifican dos grupos empresariales en la región Este por la construcción de un nuevo aeropuerto. Una de las cosas más absurdas que puede haber, y peor cuando algún interés particular está de por medio, es que obstaculizar la inversión privada que sólo busca aportar al desarrollo de los dominicanos. ¿Cómo podemos cerrarse el paso a un proyecto que generará 2,000 empleos y ofrece opciones para que quienes nos visiten puedan escoger? ¿A caso olvidamos que la competencia nos hace mejores en el mercado? En este conflicto hay un país y una salida: competir.