La paralización de actividades durante varios meses y la histórica contracción económica en 2020 provocada por la pandemia de la covid-19 derribaron la recaudación de impuestos del Gobierno federal de Brasil a su menor nivel en diez años, informó el Ministerio de Economía.
La recaudación del Gobierno federal el año pasado (sin incluir la de las administraciones regionales y municipales) fue de 1,479 billones de reales (unos 273,888.8 millones de dólares), con una caída del 6.91% frente a la de 2019 en términos reales, es decir ya descontada la inflación del período.
El porcentaje de caída de la recaudación de impuestos superó el de la propia contracción económica sufrida por el país en 2020, que, según las últimas proyecciones del Gobierno y del mercado, fue de cerca del 4.5%, la mayor para un año en las últimas décadas.
Pese a que el resultado de la recaudación fue ligeramente superior al previsto por los economistas, se trata del menor valor para los impuestos recibidos por el Gobierno federal brasileño desde 2010, igualmente ya descontada la inflación, según el Ministerio de Economía.
Según la Administración Federal de Impuestos, la reducción de las actividades económicas fue lo que más impactó en la caída de la recaudación debido a que, por las últimas previsiones, la producción industrial se redujo en un 5.32%, la del sector servicios en un 7.41% y las ventas del comercio en un 1.07%.
Para la caída del valor recaudado también contribuyeron las exenciones fiscales que el propio Gobierno concedió a los sectores más afectados por la pandemia para ayudarlos a paliar la crisis.
La exención que más pesó en la caída de la recaudación fue la reducción a cero de la tasa del Impuesto sobre Operaciones Financieras, que empresas y consumidores pagan por operaciones de crédito y que el Gobierno se abstuvo de cobrar por cerca de ocho meses para no agravar la situación ya provocada por la pandemia.
Además, el Gobierno tuvo que devolver a los contribuyentes cerca de 62,100 millones de reales (unos 11,500 millones de dólares) de impuestos que fueron pagados anticipadamente con base en el beneficio esperado para el año y que finalmente nunca se alcanzó.
Pese a la fuerte caída de la recaudación, el ministro de Economía, Paulo Guedes, afirmó que había sido menor que lo previsto inicialmente y que era un indicador que Brasil podía conmemorar.
«La caída fue muy inferior a la prevista al comienzo del año por los economistas y por las agencias que siguen la situación de la economía brasileña», dijo en una rueda de prensa.
De acuerdo con Guedes, la reducción de la tributación fue del 3.75% en términos nominales (sin tener en cuenta la inflación), un «resultado excelente teniendo en cuenta que fue un año en que enfrentamos un desafío nunca antes visto y que provocó un colapso en la movilidad social».
Pese a la interpretación del ministro, la caída de la recaudación agravó el ya abultado déficit en las cuentas públicas de Brasil, que es la mayor preocupación de las agencias de calificación de riesgo en torno a la principal economía de Suramérica.
Con menores impuestos recaudados y un fuerte aumento en los gastos públicos el año pasado para hacer frente a la pandemia, incluyendo los subsidios que distribuyó para ayudar a pobres, desempleados e informales, el Gobierno brasileño cerró 2020 con un déficit histórico en sus finanzas públicas.