En un interesante conversatorio sostenido con Eduardo Valcárcel, publicista, mercadólogo y consultor de negocios, éste reflexionó sobre varios temas que, por su importancia, entiendo que pueden ser de interés para todos los que comúnmente nos leen. La primera reflexión sobre la que discutimos fue alrededor de la definición de éxito y a la necesidad de que este concepto será redefinido, pues casi todo el mundo lo vincula a la obtención de dinero y a la capacidad de acumular capital, independientemente de su origen. Refiere Eduardo que la capacidad de trabajo de los individuos es lo que hace una diferencia vital en su existencia, lo mismo que la utilidad que estos puedan agregar a la organización a la que pertenecen, al mercado, o a la cualquier actividad productiva a la que pertenezca.
Una segunda reflexión de Eduardo trajo a colación el tema de la situación de los emprendedores en tiempos de crisis, en donde él planteaba que el mundo siempre ha tenido emprendedores, y que unos mueren y otros permanecen, pero que en tiempos difíciles son los que mayor capacidad de reinventarse tienen, más resiliencia muestran, y mayores posibilidades de salir airosos en sus emprendimientos.
El punto neurálgico aquí es que para que los emprendedores no fracasen, deben estudiar los mercados, sacar los productos y, si no da resultados, pasar a la oferta otros productos hasta que los clientes te acepten. En este punto también se destaca la necesidad de analizar y estudiar el comportamiento de los clientes, pues ahora son más exigentes que nunca, y pueden decidir dejar una marca e irse a consumir otras, sobre todo en el caso de los jóvenes, quienes no muestran altos niveles de fidelidad en sus compras.
En esa misma vía, Eduardo menciona que los clientes de hoy en día demandan variedad y son más sensibles, y necesitan encontrar los productos en los lugares en donde ellos acuden cotidianamente. Por eso es que conviene oír al mercado, saber lo que quiere el consumidor, tener gerentes 4×4, es decir, personas que se puedan manejar adecuadamente en diferentes escenarios, y que sean igual de eficientes en montañas, arena, rocas, ríos, bajo la lluvia, es decir, que sean todo terreno.
Otra reflexión interesante surgida en el conversatorio con Eduardo, fue sobre el riesgo de reputación de las marcas, y de cómo estas debían actuar para mantenerla, y también las acciones a emprender cuando esta reputación se perdía. El punto focal en esta parte es que la mayoría de las empresas crean una reputación a partir del valor que agregan a un determinado mercado, y a la forma en que cuidan a sus clientes. Sin embargo, algunas organizaciones, sin proponérselo, y hasta como un tema de azar, caen en circunstancias y situaciones que la llevan a perder parte de su mercado, y es ahí en donde se manifiesta la perdida de reputación. Por eso es que resulta imprescindible tener credibilidad frente a los consumidores y nunca mentirles, de forma que la reputación de la empresa no se vea afectada; pero, si se afecta, es necesario diseñar y ejecutar, a la brevedad, un plan de acción que haga detener ese proceso de pérdida de reputación.
Finalmente, Eduardo apuesta a que las empresas que han sobrevivido a la crisis, planifiquen para el corto plazo, diseñen estrategias de posicionamiento para cuando los mercados se abran y, en sentido general, tener una actitud positiva y propositiva frente a la situación de Pandemia y lo que esta ha traído como consecuencia.