Según un estudio de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), algunos mitos económicos se han caído con la Pandemia generada por el covid-19. Por ejemplo, Alicia Bárcenas, secretaria general de ese organismo regional, afirma que “las medidas de emergencia que adoptaron los gobiernos para evitar la profundización de la actual crisis derribaron el mito de que el aumento del gasto público en un contexto recesivo generaría una debacle de pérdida de confianza y fuga de capital”.
Otro de los mitos que ha desaparecido con el coronavirus, continúa Bárcenas, es que “a los gobiernos solo se les admitía que intervinieran en la economía para salvar al sistema financiero y evitar una crisis sistémica”; pero sucede que esta crisis nació sistémica, y son los gobiernos de los estados los que han tenido que recurrir en apoyo de todos los sectores, aun cuando las administraciones públicas también han sufrido fuertemente los efectos de la crisis sanitaria derivada en crisis económica.
Bajo este escenario, se plantea como necesario repensar las viejas ideas, los paradigmas, los esquemas del pasado, los marcos conceptuales en los que hemos vivido por tanto tiempo. Así también, se precisa de una mentalidad transformadora, de una visión de futura más eclética e inclusiva, en donde eliminar la desigualdad y la pobreza se deben convertir en objetivos de todos.
En ese mismo sentido, repensar el rol del Estado, y también del mercado, son tareas del momento actual para alcanzar un equilibrio en la visión de las políticas públicas como mecanismo de lograr mayores niveles de desarrollo. Y esto es válido para todos los países de América Latina y el Caribe, e incluso, para los que habitan el globo terráqueo.
La Pandemia ha hecho evidente que, contrario a lo que se nos decía recientemente de la industria 4.0 –industria sin empleos-, definir políticas que apoyen mejores condiciones salariales para los trabajadores y para la sostenibilidad futura de las micro, pequeñas y medianas empresas, son cuestiones vitales en las actuales circunstancias. Esta crisis sanitaria y económica mundial, ha puesto de relieve una gran oportunidad de repensarlo todo, no solo de redefinir la forma en que vemos el mundo sino, además, la manera en que nos vinculamos y aspiramos a un mejor estado de bienestar.
Como hemos reiterado siempre, el mundo cambió, por lo que nuestras acciones no pueden continuar siendo las mismas, tanto desde el punto de vista individual como colectivo. Se plantea, asimismo, el establecimiento de un paradigma de las relaciones políticas, un esquema más vinculante entre sociedad, gobierno y sectores productivos; porque, de lo que se trata es, de cómo aprovechar esta crisis para la construcción de un nuevo mundo, de una mejor región y, en nuestro caso particular, de un país más vivible, a pesar de nuestras carencias y limitaciones.
Construir un nuevo y mejor futuro, esa es la cuestión. Pero, para ello, hay que cambiar los paradigmas, borrar las viejas ideas, repensar los caminos y, sobre todo, tener una mirada colectiva con relación al desarrollo pues, la Pandemia del Coronavirus nos demostró, que todos somos igual de vulnerables.