La función principal del sistema financiero es captar recursos de quienes tienen excedentes y canalizarlos hacia aquellos que buscan financiar alguna actividad. Esta relación entre el banco y el cliente se hace realidad a través de diversos canales o productos financieros. Desde que usted abre una cuenta de ahorro, adquiere un certificado financiero o cualquier instrumento financiero, ya es un usuario bancario. Lo mismo si toma un préstamo o es un tarjetahabiente.
Desde que los italianos, específicamente en Florencia, marcaron la ruta de la banca moderna, sin dejar de mencionar los inicios de una banca rudimentaria en la Mesopotamia, donde había préstamos de granos entre agricultores y gente de comercio, la banca ha sido fundamental para el desarrollo de los pueblos.
En República Dominicana la banca llegó con los españoles, aunque no fue hasta mediados del siglo XIX, luego de la independencia nacional de 1844, cuando comienzan a realizarse transacciones bancarias de manera más formal. Sin embargo, durante la segunda República, que comprende desde 1865 hasta la primera intervención de Estados Unidos de 1916, es el período donde mayor actividad bancaria comienza a realizarse en el país. Analizar la historia del sistema financiero dominicano implica reconocer que el desarrollo de la economía dominicana ha estado relacionado con el sector financiero.
Sin embargo, la banca dominicana tuvo unos inicios difíciles, posiblemente por la inestabilidad política y la débil economía de aquellos años. Los cambios de gobiernos eran frecuentes. De hecho, el primer banco recibe permiso de operación en julio de 1869, abre sus puertas el 1 de enero de 1870 y cerró cinco meses después. Otras instituciones abrieron en estos años, pero tuvieron el mismo final.
Luego de las famosas papeletas de Lilís (Ulises Heureaux), años en que algunas entidades locales, comerciantes y empresas regionales “imprimían sus propias monedas” y entregan los famosos “vales”, es a principios del siglo pasado cuando de manera formal se inician las actividades bancarias en República Dominicana. En 1908 se instala la primera sucursal del Royal Bank of Canada y del National Bank of New York. Posteriormente llegó el Banco National de Jorvis, en 1912, el NationalCity Bank, en 1917, y el Bank of Nova Scotia, en 1920.
Como se ve, en pocos años, como si fuera marcando algún récord, se registraba una expansión impresionante en el sistema financiero dominicano, ya que para 1917 se instala, además, una sucursal del International Banking Corporation.
Según la historia contada en un documento de la Superintendencia de Bancos, proyecto realizado durante la gestión de Hiavanjoe NG Cortiñas, se especifica que fue en 1947, casi 100 años después de nuestra primera Constitución, cuando el país logra establecer el marco legal y las instituciones que marcan el inicio del sistema financiero nacional. Más tarde, con la caída del régimen de los 30 años y la apertura hacia la democracia, la banca nacional comenzó a establecerse y a prosperar hasta nuestros días.
Como se ve, la banca extranjera fue la que realmente dio los primeros pasos en el mercado financiero dominicano, sentando las bases hacia una economía moderna. La industria azucarera nuestra de finales del siglo XIX y principios del siglo XX; las primeras empresas de manufactura nacional y los gobiernos no solo tuvieron en la banca extranjera a un aliado, sino que sirvieron de motivación para que el país también estableciera su propio sistema financiero.
Mediante la Ley 1530, del 9 de octubre del año 1947, donde se crearon los cimientos para la supervisión y regulación del sistema financiero dominicano, se inicia formalmente la banca con cédula dominicana.