Amenos de dos semanas de concluir las elecciones en Estados Unidos, el panorama se muestra incierto, con opiniones encontradas sobre las posibilidades del presidente Donald Trump de repetir en el cargo o del exvicepresidente Joe Biden de ganar la elección. Veamos algunas consideraciones para aventurarnos a dar nuestro parecer sobre el posible resultado.
En primer término, es importante anotar que en EEUU, a diferencia de nuestro país, el voto popular nacional no elige al Presidente. Esto es muy importante, pues es el voto estado por estado, sumado en lo que se denomina el “Electoral College”, que decide el resultado de la elección.
Esto se determina en base a la representación congresual que tiene cada estado, por lo que algunos estados con muchos votos (California, Texas, Nueva York, etc.), tienen más votos, desde un punto de vista de proporción de la población, que de representación en el “Electoral College”.
De hecho, en ocasiones anteriores (años 2000 y 2016, cuando resultó electo Trump), el ganador perdió el voto popular, pero ganó el voto en el “Electoral College”. En el caso de esta elección, los sondeos a nivel nacional le otorgan una amplia ventaja a Biden, y resulta altamente probable que éste sea el ganador del voto popular. Por ende, la única forma de que Trump pudiera repetir sería que ocurra lo mismo que en 2016, cuando perdió el voto popular por más de 3 millones de sufragios, pero ganó en el “Electoral College”.
Al respecto, hay ciertos estados que se consideran claves en la elección. Generalmente, hay estados que votan a favor del candidato demócrata (California, Nueva York) y otros a favor del candidato republicano (Texas, Indiana). Los denominados “swing states”, o estados en el medio -como Florida, Ohio, Pennsylvania, Michigan, Wisconsin, entre otros- serán los que decidan la suerte en el proceso electoral.
Lo interesante es que estos “swing states”, al igual que otros que también se consideran como tales, demuestran una tendencia dividida, y no hay un favorito claro. Este fue el mismo fenómeno que se observó en el 2016, cuando Hillary Clinton lideraba en los sondeos nacionales, pero en estos estados no tenía una ventaja importante.
A diferencia del 2016, que no había un presidente candidato, y la tasa de rechazo de Hillary Clinton era alta, este año Trump es un presidente que genera opiniones encontradas y tiene como desafío una economía que se encuentra en picada, debido a la crisis del covid.
En cambio, se pudiera decir que el candidato Biden no genera pasión ni a favor ni en contra, algo que puede incidir en la intención de voto.
Finalmente, otro factor único en el 2020 ha sido el hecho de que por primera vez una importante parte de los votos en el país serán realizados por correo. Esto tiende a favorecer a los demócratas, pues estadísticamente en elecciones en el pasado han votado en proporción 7 a 1 con esta metodología.
En fin, Trump logró sorprender al mundo político en el 2016 con su victoria inesperada. En este año 2020 es imposible descartar que pueda nuevamente hacerlo, pues las mayores probabilidades las tiene el candidato demócrata Joe Biden. Ya veremos el martes 3 de noviembre.