El gobierno dominicano lanzó la Estrategia de Marca País, buscando posicionarnos como un destino turístico único en el mundo, y como una nación atractiva para la inversión extranjera, en donde se puede hacer negocios, además de tener una exquisita cultura, valorada también por las características de su ciudadanía. A esto súmele la condición de país exportador de productos, fundamentalmente agropecuarios, que nos identifican a nivel internacional, y de esta manera edificará una patria digna de ser admirada y visitada.
Si no fuera porque esto lo habíamos visto antes, el lanzamiento de una nueva Marca País para República Dominicana resultaría un hecho sin precedentes, con éxito asegurado y unas posibilidades de recuperación del turismo que no habría que someterla a discusión. Pero sucede que, desde el 2005, es decir, 15 años hacia atrás, se inició un proceso similar con la contratación de una empresa consultora internacional, sin que se tenga noticias de resultado alguno.
Luego, en el 2011, se realizó un Foro Marca País, a partir del cual se pretendía relanzar el turismo dominicano, articulando esto con lo que estaba establecido en la Estrategia Nacional de Desarrollo visualizada al 2030.
El problema con las aspiraciones de contar con una Marca País es que esto no es solo una declaración de intenciones, ni un conjunto de objetivos puestos uno al lado del otro, ni una alianza público-privado de que tanto se habla, sino un cambio de mentalidad colectiva, una forma diferente de hacer las cosas, un compromiso de todos los sectores alrededor de una idea y de un concepto que busca convertirnos en una mejor y más competitiva nación.
Es, también, un tema de inversión público-privada, de internacionalización de la economía, de un marco jurídico adecuado para garantizar la inversión extranjera, es decir, de un conjunto de acciones que realmente no sabemos si las circunstancias actuales son las mejores para su implementación.
Adicionalmente, la Marca País no es un momento, sino un proceso que, en su esencia, debe tener un período de madurez y una ruta crítica. Esto quiere decir que no tendremos una Marca País porque se haga un anuncio, sino que esto debe ir más allá en términos de tiempo, inversión, seguimiento, presentación de resultados y evaluación. Por ejemplo, tenemos años tratando de promover las exportaciones pero estas apenas han avanzado en los últimos 20 años, dejando tras de sí un déficit en cuenta corriente de la balanza de pagos que cada vez es más amplio.
En rigor, esta iniciativa del presidente Luis Abinader y, particularmente, del Ministerio de Turismo y de otras entidades públicas y privadas, es buena, pero no podemos estar seguros que tendremos las respuestas esperadas por el entorno internacional. El mundo aun está en Pandemia, en emergencia sanitaria, con los ciudadanos aun sometidos a cuarentena y encierro obligatorio por el coronavirus, sin posibilidades de viajar.