El Gobierno dominicano y el sector privado lanzaron la Estrategia Marca País. Estuve en ese acto. Fue apoteósico, extraordinario, tecnológicamente avanzado porque se tomaron en cuenta todos los detalles. Incluso, hubo pantallas con el concepto 360, es decir, estábamos literalmente rodeados por la proyección led del contenido audiovisual presentado en la actividad.
Los organizadores no olvidaron que este evento se organizó en un contexto de pandemia por el covid-19. Se cumplió estrictamente el protocolo de bioseguridad con distanciamiento físico a los niveles más estrictos. Fue perfecto. Su montaje contó con un guion elaborado que, a juzgar por los resultados, fue cronometrado. Todos los discursos fueron grabados, excepto el del presidente Luis Abinader y el de David Collado, ministro de Turismo. Pamela Sued y Marianne Cruz hicieron un excelente trabajo en la conducción y maestría de ceremonias.
Confieso que salí entusiasmado. Fue todo un derroche de talentos: oratoria, televisión, organización, fotografía, iluminación, sonido. ¿Los invitados? La crema y nata del empresariado y del cuerpo diplomático acreditado en República Dominicana. Hubo representantes de las organizaciones del sector privado más preponderantes en materia de influencia y toma de decisiones. El Presidente habló bien. No sé si fue espontáneo, pero su discurso, que no fue leído, aunque sí había teleprónter, fue excelente.
La Estrategia Marca País está sustentada en cinco pilares: Inversión, exportaciones, turismo, cultura y ciudadanía. Reconozco (¿o admito?) que hubo un gran esfuerzo por identificar no sólo sectores en los que nos destacamos, sino que en estos también hay mayores oportunidades de mejora. Esta apuesta habrá de dar resultados positivos en la medida en que su enfoque trascienda al acto de lanzamiento que, como ya he dicho, fue perfecto desde el punto de vista organizacional.
¿Qué falta ahora? Yo diría que falta lo más importante: el que sea socializado y que todos, absolutamente todos los dominicanos, sin importar el sector que represente; sea rico, pobre o de clase media; empresario, estudiante, empleado, periodista, médico o “guachimán”; empresa turística o agrícola, exportadora de bienes o servicios; del sector de las Mipymes o un simple taller de mecánica o empresa de transporte, sepa de qué se trata para que entienda (o tenga conciencia plena) de que esta marca país es fundamental para echar adelante como sociedad.
¿Cómo hacerlo? No se trata sólo armar una campaña publicitaria fuerte, dentro y fuera del país, sino que será necesario que las autoridades estén convencidas de que también asumen un compromiso fundamental para que la marca país se fortalezca conforme pasa el tiempo, ya que no se trata de algo a corto plazo.
De ahora en adelante es necesario que haya seguridad jurídica, que de hecho somos fuertes en este renglón; que podamos ofrecer certidumbre en las calles a nuestros ciudadanos y visitantes, que podamos seguir mejorando nuestra infraestructura de comunicaciones internas, puertos y aeropuertos, entre otros.
Quizá, para cambiar el chip, sea un imperativo “cacarear” esta estrategia en cualquier lugar donde se forje el pensamiento crítico, como son las escuelas públicas y privadas. Las universidades, a su vez, deben impulsar trabajos de investigación entre sus estudiantes. Sé que podrían salir excelentes conclusiones. Como se ve, el tema es amplio, amplio, muy amplio.