La pandemia provocada por el covid-19 no sólo ha contagiado personas, también lo ha hecho con la economía y, por consiguiente, con los principales generadores de valor agregado. La banca, que juega un papel de primer orden en la redistribución de las riquezas, ya que capta recursos de quienes tienen excedentes para canalizarlos hacia los que están en déficit y requieren hacer inversiones, no ha sido la excepción.
Aunque no todo han sido noticias negativas, el sistema financiero muestra algunos impactos del covid-19, principalmente en lo que se refiere a las utilidades y la calidad en la cartera de créditos. Sin embargo, ha sido fundamental el papel que ha jugado en medio de esta crisis económica como consecuencia del covid-19.
El apoyo a los clientes, independientemente de que esto también cuida algunas variables de cumplimiento y eficiencia de la banca, ha contribuido a que muchos dominicanos puedan sobrellevar o resistir en condiciones menos graves lo que implica una disminución de los ingresos. La pérdida de empleos, la cual superó el millón de puestos en lo que va de año, era más que justificable para adoptar medidas de apoyo a los clientes.
Todas las medidas, sin embargo, no fueron suficientes para evitar que el índice de morosidad (cartera vencida) superara el 2% que no sucedía desde finales de 2017. El índice de solvencia, que estaba sobre el 17% antes de la pandemia, lleva entre cinco y seis meses sin publicarse, lo que a todas luces obedece a este proceso de ajustes necesarios en el que está inmerso la banca en coordinación con las autoridades monetarias.
Las buenas noticas, por suerte, vienen del lado de los gastos generales y administrativos. Según los datos a la fecha, respecto del total captaciones pasaron de un 7.38% en enero a un 6.27% en agosto, lo significa una mejoría significativa en esta variable. Ha habido una mejoría de alrededor de 1.11 puntos porcentuales.
En este contexto de dificultades, en el que tantos dominicanos perdieron sus fuentes de empleos o de generación de ingresos, como es el caso de los que tienen negocios formales, el soporte que dieron las instituciones financieras se convirtió en un alivio que permitió mantener el aliento, en términos económicos, a cientos de miles de clientes que no iban a estar en capacidad de cumplir con sus compromisos financieros.
Es pertinente reconocer, al mismo tiempo, la disposición de las autoridades monetarias con miras a servir de garantes en todo este proceso de ofrecer facilidades a los dominicanos, especialmente a quienes no podrían cumplir. La decisión de clasificar a todos los clientes como A, aunque tuviera una situación difícil, significó un paso de apoyo que evitó mayores males en la economía de miles de familias y empresas.
Reconocemos el papel que ha jugado la banca, las autoridades y la actitud asumida por quienes fueron los primeros en ser beneficiados, es decir, los usuarios de los servicios financieros.