El Poder Ejecutivo ha enviado al Congreso Nacional un proyecto de Presupuesto General de la Nación para el próximo año 2021 con la inclusión de una mini reforma fiscal contentiva de nuevos impuestos, aumentos de impuestos ya existentes y ampliación de la base imponible para áreas que están exentas.
Entre los argumentos reaccionarios ante las constantes críticas y expresiones de rechazo a esa mini reforma fiscal, el presidente Luis Abinader ha expresado que las autoridades pasadas le dejaron el Estado con las “arcas vacías”, lo cual obliga al Estado a identificar nuevas fuentes de ingresos.
Sin embargo, ese argumento no es válido para este caso, debido a que la propuesta de mini reforma fiscal es para aplicarla en el Presupuesto del próximo año 2021, en un período fiscal que no guarda relación con las condiciones fiscales del presente año.
Las nuevas autoridades ya cubrieron las “arcas vacías” cuando sometieron al Congreso Nacional, y lograron su aprobación, un proyecto de Presupuesto Complementario, en el cual los legisladores le aprobaron endeudamientos adicionales por el orden de los RD$202,000 millones.
Fue con ese presupuesto complementario que el Gobierno aumentó el anterior complementario que se había aprobado en junio de este año, al pasarlo de RD$1 billón 70,000 millones a RD$1 billón 209,000 millones.
Entonces, cuando se presentó ese presupuesto complementario en septiembre de este año, el presidente Abinader y su equipo sí podían argumentar lo que efectivamente argumentaron, que recibieron la administración del Estado “sin un centavo”, que el 16 de agosto les entregaron las “arcas vacías” y se requerían ingresos adicionales para terminar el presente año fiscal.
Con el presupuesto complementario esas “arcas vacías” se llenaron con deuda pública adicional para terminar la ejecución de ingresos y gastos de este año.
Cuando se elabora el proyecto de Presupuesto General de la Nación correspondiente a un año específico es con base en las estimaciones de ingresos y de gastos de ese mismo año. Ningún presupuesto de un año específico toma en cuenta recursos dejados del año anterior, pues eso nunca ocurre. Lo que se presupuestó para 2020 se gastará por completo este año; y lo que falte, sencillamente no se ejecuta.
Para el próximo 2021 las “arcas” han de llenarse con los mismos recursos de que se disponga en 2021. Nada que ver con la condición de las “arcas” en 2020.
Es por ello, que el Gobierno del presidente Abinader debe presentar cualquier tipo de argumento o justificación para la aplicación de una mini reforma fiscal a partir del año 2021, pero entre todas esas justificaciones no debe estar la de las “arcas vacías”, pues eso sólo era válido para un presupuesto complementario correspondiente al año actual, no al que está por venir, que ya vendrá con sus propias disponibilidades de ingresos y prioridades de gastos.
Aplicar un Impuesto Sobre la Renta (ISR) adicional a las ganancias extraordinarias de empresas durante la pandemia del covid19, cargar con gravámenes los servicios digitales, ponerle un 3% al valor de las compras en moneda extranjera, subir el Impuesto Selectivo al Consumo (ISC) a los equipos e insumos de acondicionadores de aire, quitarle exenciones fiscales a las máquinas que usan los casinos de los hoteles y gravar con el ISR al ya limitado doble sueldo de navidad, entre otras cargas tributarias, tienen la intención de aumentar los ingresos en el 2021 para gastarlos en el mismo 2021, lo cual indica que no hay relación con la condición de las “arcas del Estado” en el presente 2020.
De todas formas, aunque no favorezco ni veo justificación válida en esta nueva mini reforma fiscal, ya que abogo por un Pacto Fiscal consensuado, siempre he dicho que los golpes fuertes e impopulares deben ser dados por los gobernantes cuando están nuevos, pues si dejan pasar el tiempo, se les hace más difícil.
Si un ajuste fiscal es necesario, lo ideal es aplicarlo temprano, antes que el Gobierno se ponga viejo y que sus niveles de popularidad no sean suficientes como para que la población se lo aguante.
Lo que pasa es que la promesa de campaña fue de reducción de gastos, no de aumento de impuestos.