Las agencias de calificación de riesgo Fitch y Moody’s consideran que la desescalada de las medidas impuestas por Brasil para frenar el covid-19 comenzaron a reflejarse en indicadores económicos más positivos y permiten proyectar una retracción económica para 2020 menor a la inicialmente prevista.
En informes sobre la situación de Brasil divulgados este martes, las dos agencias indicaron que el país ya llegó al fondo del pozo de la crisis generada por la pandemia del coronavirus y comienza a recuperarse gradualmente, por lo que terminará el año con una recesión histórica pero no tan grave como se esperaba.
“La contracción económica de Brasil parece haber llegado al piso. La recuperación en los indicadores de actividad económica sugiere que la recesión será menos severa que la prevista por los inversores”, según el informe de Moody’s.
Fitch redujo su proyección para la retracción de la economía brasileña este año desde el 7.0% que había previsto hasta un 5.8% gracias a la gradual retomada de todas las actividades en Brasil.
Moody’s, que hasta ahora no había hecho una proyección, indicó en que informe que prevé que el Producto Interior Bruto (PIB) de Brasil encogerá un 6.2% este año, por debajo de las proyecciones pesimistas hechas por otras agencias de calificación de riesgo y organismos multilaterales en los últimos meses.
Ambas previsiones están próximas a la de los analistas del mercado consultados la semana pasada por el Banco Central y que dicen esperar una caída del PIB en Brasil del 5.3% este año, y son menos pesimistas que las de instituciones como el Banco Mundial y el FMI que calculan una retracción de entre el 8 y el 9%.
Ambas agencias prevén que la mayor economía de Sudamérica comenzará a recuperarse en 2021, para cuando Fitch prevé un crecimiento del 3.2% y Moody’s del 3.6%.
Pese a ser el segundo país con más muertes por covid-19 en el mundo, con cerca de 127,000 fallecimientos, y el tercero con más contagios, con 4.1 millones de casos, Brasil inició en junio un rápido proceso de desescalada y reactivación gradual de las actividades económicas.
Desescalada no impidió retracción histórica ni recesión
La desescalada, sin embargo, no impidió que el país registrara una retracción histórica del 9.7% del PIB en el segundo trimestre del año frente al primero, una caída menor a la inicialmente prevista y por debajo de la que sufrieron la mayoría de las economías emergentes y otros países latinoamericanos.
Como ya se había contraído un 2.5% en el primer trimestre, la economía brasileña entró nuevamente en recesión, tras tres años seguidos de ligera recuperación de la grave crisis que sufrió en 2015 y 2016.
Pese a su visión más optimista sobre la economía brasileña, Moody’s advirtió que la recuperación dependerá de que Brasil se comprometa con el ajuste de las cuentas públicas y mantenga la agenda de reformas de corte liberal promovidas por el Gobierno del presidente Jair Bolsonaro.
Según esta agencia, las medidas para enfrentar la pandemia, principalmente la distribución de subsidios para ayudar a desempleados y trabajadores informales, tuvieron un gran impacto fiscal y provocaron una fuerte subida de la deuda pública, que saltará desde el equivalente al 76% del PIB a finales del año pasado hasta el 95% del PIB en diciembre próximo.
De la misma forma, el significativo aumento de los gastos públicos para atender la pandemia y la reducción de la recaudación tributaria prácticamente doblaron el déficit en las cuentas públicas, que podrá cerrar el año en un valor equivalente al 14.7% del PIB.
“La retomada del ajuste fiscal, como indica el presupuesto para 2021 que el Gobierno presentó a consideración del Congreso, daría apoyo a la calidad del crédito de Brasil”, según Moody’s.
La agencia considera como posibles riesgos a este proceso de recuperación un eventual aumento de los casos de coronavirus que provoque una interrupción del proceso de desescalada y las “incertidumbres” en la política fiscal que no permiten prever si el Gobierno reducirá los gastos sociales.
“La regla del techo de gastos (que limita el aumento de los gastos públicos a la tasa de inflación del año anterior), el ancla fiscal más importante de Brasil, enfrenta un riesgo material de ser violada el próximo año por el aumento del riesgo político y la presión para que se mantengan los gastos sociales”, afirmó.
Para Fitch, por su parte, las amenazas a la recuperación son la falta de compromiso con el ajuste fiscal, el aumento de la tasa de desempleo y la incertidumbre sobre la continuación de las reformas estructurales promovidas por el Gobierno.