[dropcap]S[/dropcap]orprende la manera en como la clase política dominicana somete a toda una población a un proceso de incertidumbre y desasosiego, sin importarle el costo económico que una decisión de carácter partidista tiene para la sociedad.
En este caso, nos referimos al hecho de que la decisión de evaluar la posibilidad de modificar la Constitución para permitir la reelección presidencial no solo tiene una mirada política, sino que también un costo económico que alguien debe pagar y, como se puede adivinar, no serán los políticos.
Empecemos por el costo de la reunión del Comité Político (CP) en la residencia veraniega del propietario del complejo Metro Country Club, quien, que nos imaginamos, tuvo que contratar personal especial para la reunión.
A eso súmele desayuno, almuerzo y la picadera de media tarde de los 35 miembros del CP del PLD más su séquito (guardaespaldas, choferes, asistentes), eso sin dejar de lado la avanzada presidencial que debió amanecer de sábado para domingo, a fin de garantizar que ningún intruso hijo de machepa fuera a dañar la fiesta. No se puede quedar el costo de los combustibles del desfile de jeepetas de alto consumo desde diferentes puntos hasta Juan Dolio.
Vamos a eliminar de este costo los salarios de los miembros del CP en la administración pública, y de otros que tienen contratas, pues el día de la reunión era domingo y no debe importar en qué invierten su tiempo ese día esos “servidores públicos”.
Donde sí se complica el problema del costo es en la cantidad de legisladores que habrá que “convencer” para pasar la modificación de la Constitución. Primero porque imperará un mercado de oferta y demanda, en donde el precio del voto, al principio, se pondrá caro, pero en la medida en que se vaya observando que se está logrando la meta, este precio, como en economía, se reducirá, por lo cual nunca sabremos cuánto costó el primer voto ni el último.
Ahora bien, lo que si podemos es especular alrededor de las diferentes formas en que se pagará: dinero en efectivo, no cheque, ahora sin hombre del maletín pues todo el mundo anda con una cámara para atraparlo; es preferible que el chofer pase a recoger un bulto, no importa el color. Tampoco habrá depósito bancario, pues habría que darle explicación a la Superintendencia de Bancos.
El apoyo político y económico para una candidatura será otra de las formas de pago, sin dejar de lado que una contrata adicional al año no hace daño. Mientras se paga para posibilitar una merecida reelección, seguimos siendo uno de los países más pobres del continente, pero eso no es materia de esta clase.