[dropcap]R[/dropcap]epública Dominicana debe asumir el compromiso de generar un crecimiento más inclusivo. Para nadie es un secreto que los dos extremos de nuestro país son, realmente, diametralmente diferentes.
Las actividades de comercio fronterizo en la más compleja informalidad y el organizado sector turístico que se desarrolla en las provincias La Altagracia, La Romana y San Pedro de Macorís nos indican que nuestra estrategia de desarrollo equitativo no ha funcionado bien.
Mientras la frontera se mantiene como la región más pobre, el Este de nuestra nación se erige como si fuera “un país aparte”.
El Mapa de la Pobreza 2014, que publicó recientemente el Ministerio de Economía y Desarrollo, nos estruja la cruda realidad de muchas de nuestras provincias, entre las que se encuentran aquellas que han retrocedido en la calidad de vida de sus habitantes.
Es inconcebible que luego de casi dos décadas de crecimiento tengamos bolsones de miseria en el mismo centro de la Capital y sin que eso le llame la atención a nadie en particular. La única excepción está en el proyecto Nueva Barquita que construye el Gobierno, pero luego de ahí no se está haciendo nada.
La región Sur, como ha sido históricamente, se mantiene en los primeros lugares. Mientras más cerca del número uno estés, peor es la pobreza. Pedernales es el caso más penoso. Esta demarcación ocupaba el lugar 17, de 32, en la calidad de vida de sus habitantes en 1994. Sucede que en 2002 escaló al noveno lugar y el año pasado se ubicó en el número dos, sólo superada por Elías Piña, que al parecer no ha habido forma de quitarla del primer lugar en pobreza.
¿Qué ha sucedido con Pedernales que, en vez de mostrar avances, ha retrocedido en el tiempo? Su situación debe ser motivo de vergüenza para quienes les ha tocado la honra de representarla ante el Gobierno.
Otra demarcación que se mantiene en la cima de la pobreza es Bahoruco. Con una ligerísima mejoría, si es que se puede llamar tal, esta provincia pasó del segundo al tercer lugar, lo que indica que el Sur ha sido el gran reto de lucha contra la pobreza de los gobiernos.
La provincia Independencia es otro de los casos tristes. Del quinto lugar en que estaba en 1994 escaló al cuarto, cediendo el lugar a El Seibo, que ahora está en la posición cinco en el ranking de pobreza. Monte Plata, que en 1994 ocupaba el lugar número seis en la lista, escaló al tercer lugar en pobreza, para volver al sexto puesto. Barahona ocupa el séptimo puesto, a pesar de su potencial turístico. A esta provincia sólo llegan las promesas de los gobernantes.
Todo indica que nuestros gobiernos deben revisar muy bien la forma en que aplican las políticas de desarrollo, a fin de lograr que sea más equitativo. Si queremos evitar la migración desordenada hacia las grandes ciudades, especialmente a la Capital, debemos incentivar inversiones que generen empleo, bienestar y calidad de vida decente para todos.
Sabemos que la actual administración ha tratado de distribuir mejor las riquezas que como país generamos, pero al parecer aún falta mucho tiempo para ver los resultados. El Sur debe dejar de ser el gran reto de la lucha contra la pobreza.