Durante los últimos 24 años República Dominicana ha vivido una verdadera transformación. Esta frase, que a prima vista pudiera parecer positiva, no necesariamente lo es. En 1996, el país se abocaba al crecimiento de la economía como una manera de incluir socialmente la mitad de su población que pululaba fuera de la economía formal.
El PLD, lleno de gente joven y honrada, discípulos de Juan Bosch, prometían ser la respuesta.
Sin entrar en por menores ya muy repetidos, el sueño no funcionó. Por demás, nos ha dejado con un país en una condición mucho más difícil de resolver que la del 96. Pues con niveles similares de exclusión, hoy, unos pocos concentran fortunas realmente escandalosas, construidas a la carrera, desde el delito o, en el mejor de los casos, sin atención alguna al bien colectivo y sin la más mínima consciencia que viven en una frágil burbuja.
Hoy, los excluidos de esta sociedad han hecho casa aparte. Nadan en el dembow aturdente de una ignorancia que solo entiende de tener y tener. Una situación altamente incendiara, viven de la droga o la remesa, y no aceptan la premisa de San Pablo de que “quien no trabaje, que no coma”.
Hoy, muchos más van a la escuela y a la universidad, pero porcentualmente muchos menos están en verdadera capacidad de entender y desde ese entendimiento aportar de formar critica la sociedad. Hoy, 25% de las niñas entre 11 y 15 años en la región sur del país han reportado haber tenido encuentros sexuales en contra de su voluntad. Entiéndase bien. No es que son sexualmente activas, ese numero debe ser mucho mayor. Es que han sido violadas. Y esta catástrofe solo es superada porque nos negamos a entender que el “matrimonio” no “honra” esta tragedia.
Hoy, nuestro abuso de la geografía ha convertido nuestra pródiga isla en un país seco y árido, inundado de basura, cada vez más caliente y cada vez con menos posibilidades de revertir estos dramas. Frente a este escenario, es necesario comenzar de nuevo.
Nuestro Presidente Electo, Luis Abinader Corona, a través del Consultor Jurídico designado del Poder Ejecutivo, ha indicado que busca una nueva Constitución. Esta iniciativa la saludamos con beneplácito. Primero, porque parece no ser una estratagema más para otro político perpetuarse en el poder. Segundo, por que la hora es cierta para convocar a todos los sectores de la nación y construir un verdadero pacto ciudadano, que tenga por fin la creación de un estado moderno e independiente, basado en la igualdad frente a la ley.
Desde la humildad de este espacio y tomando en cuenta la plataforma abierta por el designado Consultor, quiero tomarme la libertad de hacer algunas recomendaciones. En las próximas dos entregas, estaré primero hablando del pacto político ideal y luego de un nuevo modelo económico.