El Banco Central, en su informe sobre el Indicador Mensual de Actividad Económica correspondiente a mayo, informó que la variación interanual fue de -13.6%, cifra que resulta menos negativa que el -29.8% observado en abril. Los datos no son nada halagüeños si se toma en cuenta que, por lo menos hasta principios de septiembre, no se espera que retorne la normalidad al día a día de los dominicanos.
Por supuesto, esto dependerá de cómo se comporten los casos reportados de contagio del covid-19. Además, habrá que ver cómo las autoridades pertinentes harán cumplir las reglas de distanciamiento físico, el toque de queda y las sanciones para quienes violenten estas disposiciones. Las estadísticas indican que la variación promedio a enero-mayo 2020 de se ubicó en -8.8% respecto a igual período del año anterior. Como bálsamo, a propósito de estos resultados de la economía, las autoridades esperan que la contracción registrada en abril sea el punto más crítico de la crisis actual debido fundamentalmente a las limitaciones impuestas para controlar los efectos de la pandemia.
En lo que sí es pertinente estar de acuerdo es que el comportamiento evidenciado durante mayo refleja el efecto de la reapertura escalonada y gradual de las actividades económicas no esenciales y la reducción en las limitaciones de movilidad a través del reinicio del transporte colectivo público. Además, también se debe a la disminución del tiempo de toque de queda, conforme al plan de desescalada anunciado por el Poder Ejecutivo.
Quedó evidenciado, quizá sin precedentes en la historia económica dominicana moderna, de los efectos devastadores de la parálisis producto de la pandemia. Dentro de las actividades que fueron la excepción se pueden mencionar salud (12.4 %), servicios financieros (10.5 %), agropecuario (5.2 %), actividades inmobiliarias (5.0 %), comunicaciones (4.1 %) y energía y agua (2.0 %). No obstante, los resultados acumulados reflejan fundamentalmente el impacto adverso que han tenido las medidas de confinamiento preventivo sobre importantes sectores económicos como: hoteles, bares y restaurantes (-42.6 %), construcción (-23.2 %), minería (-16.3 %), otros servicios (-11.7 %), transporte y almacenamiento (-11.0 %), zonas francas (-9.8 %), y manufactura local (-7.8 %).
Todo indica que el país quedará muy por debajo de las expectativas que tienen algunos de los organismos multilaterales respecto al comportamiento de la economía. Ya no hay nadie que se atreva a estimar un crecimiento cero para este 2020. Los pronósticos más conservadores estiman un decrecimiento de entre 2.0% y 2.5%, pero hay otros que lo lleva a -5.5%. Este año es, sin duda, un período de prueba para todos. Quizá se le llegue a llamar un año perdido, en el caso de los pesimistas, pero podría ser de aprendizaje para los optimistas.
Entre las opciones que tiene República Dominicana está la de ser optimista, es decir, esperar que no sólo los números o resultados para este año sean lo menos negativos posibles, sino apostar a que el próximo año logre borrar el trago amargo que desde ya representa este 2020 para tantos sectores. El empleo, por la paralización de casi todas las actividades productivas, junto con una caída en las recaudaciones y generación de divisas, lideran la lista para tachar.