A raíz de la fuerte contracción económica que ha sufrido la economía global como consecuencia de la crisis sanitaria generada por el coronavirus. El acceso de las economías emergentes y más vulnerables a los mercados de capitales es cada vez más inverosímil debido al contexto económico adverso.
Recientemente, la representante del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), en Panamá y gerente para Centroamérica, México, República Dominicana y Haití, Verónica Zavala, señaló que dicha institución destinará a esa región el 27% de los recursos destinados para enfrentar las consecuencias generadas por la pandemia, por lo que representaría unos US$ 3, 340 millones. Si bien es cierto que esta suma no es nada despreciable, el BID debe abocarse a varias reformas urgentes para ampliar la cantidad de recursos disponibles para que los países puedan enfrentar con éxito la crisis generada por la pandemia.
Por ejemplo, el BID posee un capital ordinario de acuerdo con su página web de US$ 105,000 millones, de los cuales el 96% son capital exigible y el 4% restante lo pagan los países miembros. Los recursos que provienen del capital ordinario del Banco también incluyen reservas y fondos prestados en los mercados internacionales de capital. Por otra parte, en marzo de 2010, la Junta de Gobernadores del BID empezó un proceso para aumentar el capital del Banco hasta llegar a los US$ 170,000 millones, el cual ha sido el aumento mas grande en la historia de la institución. Ahora es el momento de que el BID inicie otro proceso de aumento de capital para aumentar su capacidad de financiamiento para ayudar apalear esta crisis sin precedentes en la historia de la institución.
Otra de las reformas a la que podría abocarse el BID en medio de esta pandemia es la de reformar su Fondo de Donaciones, el cual fue creado en 2007, como una fuente de recursos de subvención para Haití, financiados por los ingresos del Fondo para Operaciones Especiales (FSO). En julio de 2010, la junta de Gobernadores del BID acordó las transferencias adicionales de US$ 200 millones de los ingresos del capital ordinario al Fondo de Donaciones cada año, a partir del 2011 hasta el 2020. En una nueva reforma el Fondo de Donaciones del BID debe aumentarse, y no solo debe incluir a Haití, sino también debe abarcar a los países de ingresos bajos y medios de la región, para que puedan tener un alivio en las finanzas públicas, sin tener que hipotecar el futuro de las presentes y futuras generaciones.
Con un aumento del capital ordinario, el BID puede ampliar el abanico de países que reciben préstamos blandos, a través de los términos de concesionales que ofrece el capital ordinario del BID que incluye: a) tasa de interés fija a un 0.25%; b) maduración del préstamo a 40 años; c) período de gracia de 40 años; d) vida media ponderada del préstamo de 40 años; e) reembolso rápido. Esto les permitiría a los países de ingresos bajos y medios adquirir recursos frescos para motorizar la actividad económica en sus países, y no tendrían un efecto nocivo para las arcas públicas.
En el caso de los préstamos del capital ordinario del BID, que son otorgados a través del programa de Facilidad de Financiamiento Flexible (FFF), que contemplan las siguientes características: a) tasa basada en LIBOR; b) la maduración de los préstamos basado en políticas es de 20 años, mientras que los de inversión es de 25 años; c) período de gracia de 5.5 años; d) vida media ponderada del préstamo para políticas es de 12.7 años, y para inversión es de 15.2 años; e) la amortización es de pagos semestrales iguales.
Entre las nuevas reformas que debe impulsar la junta de Gobernadores sobre el programa de Facilidad de Financiamiento Flexible (FFF) debe incluir: a) una tasa de interés fija, aunque sea un poco más alta, pero no basada en LIBOR; b) permitir el desembolso de este tipo de financiamiento en moneda local; c) flexibilizar la amortización de los prestamos en pagos anuales, al menos por un período de 5 años.
Sin dudas, esta crisis debe plantear varias claves que deben reconfigurar el financiamiento multilateral en las décadas por venir: un mayor enfoque hacia el desarrollo sostenible con flexibilidad financiera para los países emergentes y más vulnerables puedan cumplir las metas de desarrollo sostenible. Monitorear ese desarrollo económico sostenible amparado en las necesidades cimeras de las distintas regiones del planeta, siempre ponderando el afianzamiento de la economía real en detrimento de la economía especulativa del capital financiero.
Dentro del marco regional, República Dominicana debe jugar un rol preponderante dentro del BID para apuntalar dichas reformas en un esquema global de financiamiento multilateral con sed de reformas estructurales que catalicen el crecimiento económico sostenido. Nuestro país cuenta con el liderazgo regional y con un dossier de políticas económicas en favor del crecimiento que así lo avalan. Por tal razón, es hora de iniciar una nueva era de integración regional con un financiamiento multilateral que apoye el crecimiento económico en favor de las grandes mayorías.