La caída de los ingresos por concepto de impuestos es evidente y grave. Las autoridades se enfrentan, sin quizá, a una de las experiencias más amargas en la gestión del Estado, situación que ha sido provocada por la crisis sanitaria del covid-19. Como siempre, la economía es la que recibe los efectos devastadores por la paralización de casi todas las actividades productivas.
El Ministerio de Hacienda y el Banco Central, en común acuerdo con las administradoras de fondos de pensiones (AFP), han alcanzado a un acuerdo económico para que las entidades que gestionan los ahorros de los trabajadores compren RD$40,000 millones en bonos. La operación se hizo y ahora sólo resta esperar que sea un éxito en todo el sentido de la palabra.
Es bueno recordar que ya las AFP tenían alrededor de RD$40,000 millones invertidos en bonos del Banco Central, que los emite como parte de su política monetaria para gestionar la masa monetaria.
Esta operación, aunque parecería compleja, es sencilla. El Banco Central libera los bonos de las AFP por RD$40,000 millones, antes de su vencimiento, y las AFP los utilizan para comprar bonos o deuda emitida por Hacienda, que es la que en estos momentos necesita liquidez para atender la urgencia de recursos del Gobierno. Esta operación, por supuesto, debe generar rendimientos para los fondos de los trabajadores y, obviamente, dividendos para las AFP.
En la práctica, la deuda consolidada del Gobierno no aumenta porque lo que se hace es que RD$40,000 millones que estaban en el Banco Central pasan ahora a Hacienda. En términos sencillos, es como pasar un dinero de un bolsillo a otro en un mismo pantalón.
Hay que estar claro de una cosa: el dinero de las AFP en el Banco Central no ejerce presión sobre el dólar ni la inflación, pues está “congelado”, es decir, en las bóvedas. Y lo más inteligente para cualquier Estado, y más en una crisis como la actual, es buscar recursos en las fuentes internas. Los fondos de pensiones, por vía de consecuencia, son la fuente idónea porque son en moneda nacional y generan beneficios a los actores del sistema, entre los que están los trabajadores y las AFP.
Quizá haya quienes se pregunten por qué ese dinero genera presión inflacionaria si se les devuelve a los trabajadores de manera directa, que de seguro saldarán a gastarlos, y por qué no si es el Gobierno el que los utiliza. La respuesta es sencilla: la mayor parte de esos recursos serán invertidos en infraestructura, es decir, en obras, mientras que el consumo directo sí genera más presión sobre los precios. Lo que sí sería una idea errónea es lanzar de golpe y porrazo RD$173,000 millones a la economía, pues la economía no está en capacidad de absorber la subida de temperatura que eso generaría en el mercado.
Sin embargo, es de orden señalar que ahora mismo el Banco Central ha de tener un faltante en su déficit cuasi fiscal por RD$40,00 millones porque los habrá pasado a Hacienda o lo estará transfiriendo gradualmente. En algún momento, por supuesto, el BC emitirá bonos por RD$40,000 millones para cubrir ese faltante y, en ese momento, la deuda consolidada del país también subirá.
Lo que se busca, además, es que salga dinero inorgánico en busca de bienes y servicios al mercado, ya que eso sí genera inflación y otras presiones sobre la economía.
Es necesario admitir que la crisis económica, generada por la pandemia, dificulta la recaudación tributaria, por lo que el Gobierno se planteó, quizá porque es la alternativa más expedita que tenía, buscar RD$40,000 millones en el mercado local para hacer frente a esta situación.
Si se analiza a fondo esta transacción y se echan a un lado las pasiones, los fondos de pensiones, que siempre serán propiedad de los trabajadores, no sólo representan un activo de todos los dominicanos cotizantes, sino que se han convertido en parte esencial para solucionar un problema que afecta a todo el país.