Superar el impacto económico y social que provoca la pandemia del covid-19 requerirá de asumir y mantener estrictos protocolos de higiene. En ese contexto, la necesidad de protección al respirar para evitar propagar o contagiarse con el coronavirus apunta a convertir a las mascarillas en un accesorio necesario en el proceso de volver a las actividades cotidianas.
“Creo que la gente debería pensar más en su protección, pero si lo puede hacer de una forma elegante y que se vea bonita, pues eso es una ventaja”, afirma el diseñador dominicano José Cristian Lagares, quien ha dispuesto sus materiales, su capacidad creativa y su personal de trabajo para confeccionar mascarillas reusables, con diseños ergonómicos y elegantes que obedecen a su marca, JCL Couture.
El nuevo emprendimiento ha permitido a Lagares poner sus conocimientos de la moda al servicio del altruismo, utilizando la venta de las Civilian Masks, como ha llamado a su producto, para sostener las donaciones a hospitales de mascarillas y batas quirúrgicas, así como trajes de bioseguridad y otros insumos médicos.
Este esfuerzo ha permitido que él y su equipo de trabajo ya hayan donado 2,000 mascarillas tipo N95 y alrededor de 500 kits completos de bioseguridad en beneficio de centros médicos en Santo Domingo y San Francisco de Macorís.
En marcha
Para el momento en que se detectara el primer caso de covid-19 en el país, Lagares ya tenía un mes utilizando mascarillas y cumpliendo con los protocolos de higiene durante su estadía en España e Italia por motivos de trabajo.
La incomodidad de respirar a través de la fibra quirúrgica lo motivó a trabajar en un diseño adaptado para las horas prolongadas de uso.
El resultado fue un producto cuya cara externa utiliza una capa de algodón antipolución que además de permitir el bloqueo de partículas externas, facilita la respiración.
Por su parte, la cara interna posee dos capas de proliprofileno, material utilizado para la creación de las N95, que impide la entrada o salida de gotículas que puedan contener el virus. Un último forro de tela de algodón permite su resistencia al lavado.
La implementación de un clip nasal metálico permite que la mascarilla se ajuste a la nariz y no se desacomode del rostro.
Lagares y su equipo de colaboradores han producido de 50 a 60 Civilian Masks diarias tras su lanzamiento el 25 de marzo a través de su cuenta de Instagram, vía por la que los usuarios pueden realizar sus pedidos. Los modelos, que varían en colores, texturas y detalles tienen un costo de RD$1,100.
Con la compra de una mascarilla, los consumidores aportan a la donación de cinco mascarillas quirúrgicas no reusables o un traje de bioseguridad para los médicos, productos que Lagares también fabrica.
Donaciones
Consciente de la escasez de los insumos médicos en el país, el aumento de precios en los recursos básicos necesitados por los centros de salud y la exposición de los doctores que tratan pacientes con covid-19, Lagares encontró en su trabajo una manera de contribuir en medio de esta situación.
“Esto es algo nuevo para JCL y para mí. Yo siempre he apoyado donaciones a través de desfiles y otras actividades”, relata a elDinero. “Esto ya es algo diferente porque realmente comencé yo… yo tuve que iniciar aquí, dirigir las donaciones, contabilizarlas, atender peticiones de los centros médicos sobre las cosas que necesitaban y uno poder ver cómo saciar sus necesidades”.
Las mascarillas que confecciona para las donaciones están elaboradas con solo cuatro capas de prolipropileno. “Estas son más duras y solo tienen dos o tres usos”, detalla, agregando que ha diseñado batas quirúrgicas y trajes de bioseguridad con este mismo material.
Para complementar los kits, Lagares y su equipo han usado lo recaudado para comprar otros elementos, como guantes y lentes aislantes. También han aunado esfuerzos con empresas como Feltrex y PrintBox, que colaboran con viseras médicas.
Bioseguridad y protocolos de higiene
Lagares resalta que, aunque sus productos no cuentan con una certificación internacional que garantice la seguridad que proporcionan, antes de poner en marcha el proyecto se documentó apropiadamente.
“Aquí es cuando entra la ética laboral y la ética personal, que es lo que estamos aplicando (al proyecto). ¿Cómo voy a hacer un producto sin saber que está bien? Aunque no contamos con una certificación del Ministerio (de Salud), debemos de certificarlo con nuestro criterio y nuestra ética”, señala.
Utilizó como fuentes la guía de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre cómo deben ser las mascarillas, así como los criterios del Centro de Control de Prevención y Enfermedades de Estados Unidos (CDC) y la Agencia de Medicamentos y Alimentos (FDA).
“Vi todo lo que la gente mandaba al principio sobre por qué las mascarillas caseras no funcionaban; yo leía y analizaba todo”. Añade que consultó su modelo con amigos médicos para conocer su opinión sobre qué tan útil podría resultar su producto para prevenir el contagio y la propagación de la enfermedad.
La creación de las Civilian Masks y de los materiales para las donaciones cumple con un protocolo que va más allá de echar costuras en la máquina.
Los colaboradores laboran con el equipo y los materiales que tienen desde sus casas, tras un acomodamiento del espacio y desinfección del área de trabajo, sin mantener contacto con otros colegas y utilizando mascarillas y guantes al momento de la confección.
Al terminar, esterilizan el producto con una máquina adquirida para esa finalidad y lo empacan, listo para su entrega a los usuarios que lo solicitan o a los beneficiarios que la reciben.