[dropcap]H[/dropcap]ay una realidad indiscutible: la popularidad del presidente Danilo Medina es considerada histórica en el país. No hay precedentes de que algún jefe de Estado dominicano haya logrado mantener niveles tan altos de aprobación con casi tres años al frente del gobierno.
Las mediciones le otorgan un 76% de intención de los votos para las elecciones de 2016 y, por primera vez, Leonel Fernández no está en su mejor momento, quien alcanzaría alrededor de un 35%.
El presidente Medina ha demostrado coherencia en su accionar político. ¿Cuáles razones, a pesar de su alta aprobación, pudieran llevar al Presidente a decir que no a la reelección?
Hay elementos jurídicos, partidarios, coyunturales, morales y hasta estratégicos que establecen con claridad meridiana que el jefe de Estado no se presentará como candidato en las próximas elecciones.
La primera razón, y la más contundente, es la jurídica. La Constitución de 2010, aprobada por el congreso peledeísta, de cuyo partido Leonel Fernández es el presidente, la prohíbe en su artículo 124, cuando afirma que el Poder Ejecutivo se ejerce por el o la Presidente de la República, quien será elegido cada cuatro años por voto directo y no podrá ser electo para el período constitucional siguiente.
Por coincidencias del destino, en la Constitución de 1963 el artículo que prohibía la repostulación era vecino del 124, el 123. “El Poder Ejecutivo se ejerce por el Presidente de la República, quien será elegido cada cuatro años por voto directo, secreto y popular, sin que pueda ser reelecto ni postularse como candidato a la Vicepresidencia en el período siguiente”.
La razón partidaria también es muy poderosa. A lo interno de su partido hay fuerzas que luchan por el retorno de Fernández, quien a su vez podría tener la llave para que Medina someta una reforma a la Constitución, lo cual sería ilógico que el partido que colocó la no reelección, hace apenas cinco años, la quite de nuevo por un interés particular.
Además, las críticas del PLD fueron muy duras cuando Hipólito Mejía, que había dicho más de 20 veces que no se repostularía y hasta maldecía la reelección, utilizó el poder en el Congreso para abrirse el camino hacia un nuevo mandato, intento que fue fallido. Al partido oficial no le luce cambiar su Constitución y todo indica que si “los vientos soplan” tampoco lo permitirá Leonel.
Coyunturalmente Medina está en capacidad de demostrar que su coherencia va más allá de su posicionamiento como figura política. Su crecimiento ante el país y el mundo sería mayor si no “fuerza el mingo”. Por supuesto, una efectiva comunicación entre los dos principales líderes del PLD es saludable ahora. No se puede obviar que hay otros aspirantes a lo interno de ese partido.
Moralmente Medina se ha confesado ser un hijo de Juan Bosch, el fundador de su partido que siempre odió la reelección. De hecho, en más de una docena de oportunidades el Presidente de la República se ha referido a la reelección como algo dañino para el partido, el país y para la institucionalidad.
En más de una ocasión ha dicho que no quiere ser presidente por más de cuatro años y que “incluso” no le interesa volver a ser presidente. Por supuesto, no lo ha vuelto a decir al frente del Poder Ejecutivo.
Cuando se está fuera el tiempo parece largo, pero una vez en la Presidencia los cuatro años se achican
Como presidente electo.
Ante la tumba de Bosch, en La Vega, fue muy explícito: “Trataré de ser un discípulo fiel de su memoria y de sus enseñanzas. Por eso le estoy pidiendo a Dios que me cuide, que me cuide de la vanidad, que me cuide de la prepotencia, me que cuide de la arrogancia, que me permita seguir siendo la persona simple y humilde… y vengo aquí para pedirle a todos mis compañeros que estarán conmigo en el gobierno que sean también ciudadanos simples, sencillos; ciudadanos humildes, que no se sientan arriba y que vean a los que están abajo empequeñecidos. Esta será la filosofía que va a imperar en el próximo gobierno del PLD”.
Sin embargo, hay pronunciamientos dubitativos. En agosto de 2014, en un encuentro con periodista en el Palacio Nacional, dijo que los procesos electorales tienen fechas fatales y que él ha querido someterse a los plazos. De lo que sí es consciente es que el tema también es muy espinoso a lo interno del PLD y provocaría una fractura.