A casi cuatro meses de haberse descubierto el primer caso de covid-19 en Wuhan, China, que ha matado a casi 100,000 personas y contagiado a más de un millón en todo el mundo, ahora hay una prisa por que todo pase. ¿Por qué es la prisa?
La gente extraña la normalidad. ¿Pero cuál normalidad? Supongo que hay urgencia en encender de nuevo el motor del consumo, el que pone a funcionar el descontrol o actuación desmedida de los seres humanos en su cotidianidad. Pienso en que la prisa ha de ser por volver a ser irrespetuosos con el medio ambiente y todo lo que nos rodea.
Recuperarse de esta pandemia es necesario y urgente, pero ¿por qué la prisa? La ignorancia de algunos, la altanería de otros y la falta de toma de decisiones a tiempo de una importante porción de quienes tienen el poder de hacerlo, están entre las causas de la propagación del virus.
Ahora nos lamentamos de no poder ir al juego de béisbol o a presenciar un partido de fútbol y hasta hemos mostrado asombro por la suspensión de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, cuya nueva fecha se fijó para 2021.
Las empresas, sin excepción, lamentan que no están operando y que eso les provocará pérdidas millonarias. Los hoteleros lamentan que sus habitaciones estén cerradas y los empresarios del transporte público alegan que irán a la quiebra y que por eso necesitan la ayudad del Estado.
¿Qué es más valioso? ¿La vida o la economía? Por supuesto que la vida, dirán todos, pero al momento de actuar parece que nos preocupa más la economía. En estos momentos es necesario que nos quedemos en casa para luego, cuando todo termine, volver a reactivar la economía.
Podemos aspirar, además, a que seamos mejores seres humanos porque esta pandemia del coronavirus covid-19 nos ha demostrado que todos somos eslabones de una misma cadena. Somos entes sociales por naturaleza y todos, los unos y los otros, nos necesitamos.