Hay que reconocer que el sistema tributario dominicano es complicado para su gestión y resulta costoso e incómodo para las empresas, especialmente para las micro, pequeñas y medianas (Mipymes). Es una queja que ha sido motivo de análisis de parte de expertos en la materia.
Ahora que el mundo padece una pandemia que ha puesto a prueba la capacidad resiliencia de la humanidad, sus efectos no sólo se sentirán en la parte humana. La economía es una de sus víctimas.
Las Mipymes, que por lo general funcionan en gran medida bajo el manto de la informalidad, tienen ahora una prueba de fuego por delante: sobrevivir a la pandemia y seguir siendo unidades productivas cuando todo pase.
La crisis sanitaria ha obligado a los gobiernos a destinar recursos para determinados sectores sensibles, entre los que están desempleados y empresas cuya capacidad económica no les permite seguir operando. Es en este contexto que cobra mayor importancia el hecho de estar formalizados ante al Estado.
Posiblemente ahora hay muchos empresarios que no se han formalizados, algunos por ignorancia y otros por temor al sistema tributario, que están lamentando no estar formalizados. Esto porque la ayuda del Estado llega con mayor facilidad hacia aquellos que son entes inscritos en Impuestos Internos y, con regularidad, tributan y tienen sus empleados inscritos en la Tesorería de la Seguridad Social (TSS).
Una empresa informal no tiene muchas posibilidades de pedir subsidio al Estado durante este período de emergencia. No tiene cómo demostrar cuántos empleos genera ni cuánto aporta al Estado. Esta experiencia habrá de cambiar la forma en que se mira al sistema tributario, pero, además, las autoridades tributarias están compelidas a poner sobre la mesa no sólo la reforma el sistema tributario, sino reforzar su política de integración y formalización de nuevos contribuyentes.
En definitiva, aunque se pesado por lo complicado y costoso que resulta, estar formalizados tiene sus ventajas ante situaciones como la pandemia que afecta al mundo completo.
Esta crisis también debe enseñar al tejido productivo, pero muy especialmente a las autoridades, que esta experiencia no será la última. Estar preparados, es decir, se proactivos, es un imperativo.