En adición a las políticas monetarias y fiscales expansivas implementadas por las autoridades dominicanas, hay que seguir evaluando otros planes de mejora. Las medidas tomadas por el gobierno han sido muy acertadas. Dicho esto, debemos continuar siendo proactivos y no reactivos, es decir, contar con un plan de contingencia.
Evidentemente, la máxima prioridad en estos momentos es el bienestar de todos los dominicanos y seguir mitigando el impacto negativo del coronavirus. Está claro que para minimizar los daños ocasionados por el covid-19, hay que ser sumamente flexible con el techo de la deuda. Continuemos actuando en contra del virus, con soluciones que ayuden en el presente y que aporten valor de cara al futuro.
No es justo comparar la pandemia que estamos viviendo en estos momentos con otras crisis del pasado, causadas por la mala gestión humana. La desregulación del sistema financiero estadounidense provocó el estallido de la Gran Crisis Financiera del 2007–2008. Los actuales subsidios y préstamos de bajo costo no son paquetes de estímulos que perdonan a las empresas por malas prácticas. Estamos hablando de extender diferentes fuentes de liquidez para darle un impulso a la economía y evitar pérdidas masivas de empleos.
Lamentablemente, nos encontramos en una posición donde debemos de mantener todas las opciones sobre la mesa, incluso hasta las más extremas. Hay que continuar redirigiendo recursos del presupuesto estatal a la partida de salud. Otra opción es evaluar la posibilidad de colocar bonos soberanos a largo plazo, tal cual acaba de hacer Panamá, de manera que entre aún más liquidez al país (otros países latinoamericanos también harán lo mismo).
Liquidez es precisamente lo que todos necesitamos para eliminar esta epidemia lo antes posible. Además, aprovechar la coyuntura actual de bajos tipos en EE.UU antes de que la prima de riesgo de República Dominicana siga incrementando. También, la Reserva Federal ha puesto en marcha un programa temporal de swaps con otros bancos centrales y autoridades monetarias a nivel internacional.
La flexibilización cuantitativa es otra política monetaria expansiva no convencional, donde un banco central compra de forma recurrente bonos gubernamentales y corporativos al sector privado. Y mantiene esta deuda en su balance a largo plazo (otros países en vías de desarrollo están comenzando a replicar este mecanismo que empezó a usarse por países desarrollados).
Por otro lado, extender los estímulos actuales sería de gran ayuda. La reestructuración de préstamos vigentes (tanto a nivel público como personal) es otra alternativa factible para minimizar la carga financiera de mercados emergentes. Esto último, nos daría mayor margen de liquidez y tiempo para combatir el coronavirus.
En fin, las políticas monetarias y fiscales deben estar alineadas, ya que esta crisis sanitaria ha provocado un shock simultáneo de oferta y demanda.