Este 2020 es de características especiales para República Dominicana, debido a que se trata de un año electoral con un mandato constitucional de realizar dos o tres elecciones antes de que transcurra el primer semestre y un cambio de mando de las autoridades municipales, legislativas y presidenciales antes de concluir el mes de agosto.
Pero en forma adicional, el país ha vivido y vive acontecimientos de influencia interna y externa que darán un carácter más especial aun para este año que apenas va por su primer trimestre y nos da la impresión de que ya se han producido muchos acontecimientos.
Las primeras elecciones convocadas para el 16 de febrero fueron canceladas y pospuestas para el pasado 15 de marzo, lo cual implicó casi un mes de crisis política electoral que atentó contra el clima democrático que ha caracterizado al país. Afortunadamente, esa página ha sido pasada y vamos rumbo a unas elecciones congresuales y presidenciales en mayo.
Pero un elemento externo ha causado conmoción en todo el mundo y de eso no escapa República Dominicana. Se trata del nuevo coronavirus que produce la covid-19, que ha obligado a paralizar prácticamente en todo el mundo las principales actividades económicas y sociales con las consecuencias que esto implica.
Para República Dominicana, las suspensiones de vuelos desde y hacia Europa, China, Irán y otras naciones, así como la cancelación de entrada de cruceros turísticos y de otras decisiones que impactan directamente en el turismo, uno de los principales motores de la economía y la generación de divisas, no hay dudas de que afectarán seriamente las proyecciones de crecimiento.
Pero eso es solo una parte pequeña de todo lo que implica el impacto del coronavirus en el país. A la desaceleración de la economía se agrega una reducción del consumo interno y de la producción, por lo que también se reducirán las estimaciones de ingresos del Estado y a su vez aumentan las estimaciones de gastos para poder cubrir los costos de las medidas de prevención que se vienen tomando y que irán en crecimiento.
Por estas razones, el llamado inicial a la población es de comprensión, de paciencia y obediencia ante las decisiones que tomen nuestras autoridades con las recomendaciones de los organismos internacionales.
Mientras tanto, habrá que seguir el proceso democrático de elecciones y cambio de mando, acompañado de un proceso de revisión profunda de todas las proyecciones de crecimiento, de ingresos, de gastos, de consumo, de demanda, de producción, de servicios y de todos los componentes de nuestro producto interno bruto (PIB).
A partir de este año, es seguro que nuestra economía tendrá un dinamismo distinto, menos acelerado y de menores volúmenes. El tamaño de la economía será distinto y las necesidades de financiamiento externo, así como de restricciones internas serán obligadas tanto para las autoridades actuales en lo que les queda de administración, como para los que asuman el poder a partir del 16 de agosto de este año.
Se trata de situaciones que han de afectar a toda la población, independientemente de los niveles sociales, pues de seguro ricos, pobres, clase media, vulnerables; en fin, toda la población resultará con efectos más negativos que positivos de este proceso que vive República Dominicana, aun sin que el coronavirus afecte a una gran parte de la población.
Es momento de pensar en el interés colectivo, de no politizar las situaciones que escapan a los controles internos, de mirar con optimismo hacia el futuro, sabiendo que vienen tiempos difíciles que requieren de la buena voluntad de todos los dominicanos, independientemente de nuestras ideologías políticas, religiosas y de otras índoles.
Es posible que en principio sintamos algunos vientos de bienestar en medio de esta situación, pero es un bienestar coyuntural de cortísimo plazo, por la caída en los precios internacionales del petróleo, por ejemplo. Sin embargo, no debemos dejarnos llevar por aparentes mejorías, pues la realidad es que más adelante vienen diversas dificultades.
Los dominicanos estamos acostumbrados a actuar de manera improvisada y sin planificación. El momento actual no es para seguir con esa costumbre. Nos toca asumir lo que viene con la seriedad que lo amerita, para superarlo lo mejor posible.