[dropcap]D[/dropcap]esde el pasado 20 de enero no ha pasado un solo día sin que el mundo no tenga noticas de Donald Trump, el presidente 45 de Estados Unidos. Sus pronunciamientos, acompañados de ademanes bastante explícitos, han resultado ser controversiales para unos y positivos para otros. Todo depende del cristal con que se mire.
Sin embargo, las preocupaciones no sólo se generan a lo interno, puestas en evidencia con marchas y protestas por todo el país inmediatamente asumió la Presidencia, sino que hacia fuera se analizan diversos escenarios, tomando en cuenta que el nuevo inquilino de la Casa Blanca es, en ocasiones, impredecible.
Su elocuencia por Twitter, que compite con las conferencias diarias del secretario de prensa de la Casa Blanca, Sean Spicer, tiene a más de un país en expectativa. Una de las apuestas, reforzada con el apoyo del Partido Republicano y su representante Paul Ryan, es el Impuesto de Ajuste en la Frontera o el BAT (Border Adjustment Tax).
Esto equivale, según la propuesta, a un gravamen del 20% del flujo de efectivo de las empresas, por lo que todas las importaciones serían gravadas con este impuesto y las exportaciones recibirían un crédito equivalente al mismo monto.
Todo indica que República dominicana, con una balanza deficitaria con Estados Unidos, no está en la agenda de Trump. El economista Raúl Aníbal Feliz, invitado por el Banco de Reservas para tratar sobre las perspectivas económicas a propósito de la nueva administración en Estados Unidos, considera que esta propuesta, que califica de alternativa ante las aspiraciones de Trump, sí está pensada en mejores términos.
Destaca que el primer punto es similar, o sea, bajar los impuestos a las personas físicas y simplificar el régimen fiscal, como lo plantea el presidente de Estados Unidos.
El segundo que identifica y califica como muy importante, especialmente porque podría tener implicaciones para la región, es que quieren convertir el impuesto sobre la renta en un gravamen al consumo.
“Parece como que no tiene mucho sentido. El impuesto al consumo por antonomasia es el IVA (Impuesto al Valor Agregado). Sabemos que este gravamen se puede cobrar de muchas maneras: en las ventas, pero también se puede hacer en las empresas a través de un impuesto al flujo de efectivo”, plantea.
En este sentido, Feliz explica que la idea de los republicanos es convertir el impuesto corporativo en un impuesto al consumo. Lo que pretenden, dice, es permitir la deducción inmediata de toda inversión fija, lo que significa que no se estaría gravando el capital.
Otra medida sería no permitir las deducciones de intereses, sobre todo de la deuda nueva (no de la vieja), lo cual impactará en la estructura del mercado de deuda en Estados Unidos.
Además, indica, no permitir las deducciones de las importaciones y sí permitir, a través de un crédito, la deducción de la exportación.
“Si el producto se produce en México y se exporta a Estados Unidos, entonces paga impuestos; si se produce y consume en Estados Unidos paga impuesto, pero si se produce en Estados Unidos y se consume en República Dominicana no paga ningún impuesto. Esto es lo que se llama el BAT”, explica.
Ejemplo
A manera de ejemplo explica que si General Motors, que produce más de 1.5 millón de automóviles en México, importa un vehículo a Estados Unidos (es un comercio entre la misma empresa) para fines de impuestos debe hacerse de la siguiente manera: una empresa importadora en Estados Unidos le compra el coche por US$10,000 y lo vende en US$15,000 con un costo de venta de US$2,000; la empresa hoy deduce la compra del automóvil en México, el gasto de las ventas y reporta una ganancia de US$3,000, por cuya cantidad paga un 35%.
Detalla que en el nuevo régimen la empresa sólo podrá deducir el costo de las ventas en Estados Unidos, por lo que para fines de impuestos sus ganancias serían de US$13,000, por el cual pagaría un 20%. Según dice, esto no es un arancel pero sí es su equivalente.
Entiende que si el BAT se aplicara de forma uniforme es probable que se aplique también al flujo de turistas, pues los turoperadores pagan a una empresa local y eso es deducible para el cálculo de sus utilidades, pero con el nuevo esquema sería negativo. Lo mismo sucedería, considera, con la manufactura de exportación.
Invita a tomar en cuenta que el déficit de Estados Unidos con el Nafta es de US$76,000 millones, de los cuales sólo con México son US$60,000 millones. “Aquí podemos imaginarnos por qué es la obsesión de Trump con México”, apunta.
A su entender, México está en una situación muy complicada. Explica que luego de 30 años el país ha logrado un sector moderno y competitivo de exportación, especialmente en la industria automotriz, lo cual “es el tema que le preocupa al señor Donald Trump”.
Informó que México exporta cerca de 2.5 millones de automóviles, la mayoría a EEUU (90%). Todos los fabricantes instalados en territorio mexicano han hecho inversiones con la intención de exportar hasta cinco millones de unidades que, obviamente, sería hacia Estados Unidos.
Respecto al tratado de libre comercio con Centroamérica y República Dominicana (DR-Cafta) los resultados son al revés, pues EEUU tiene un superávit, por lo que partiendo de la nueva doctrina mercantilista de Trump quien no quiere déficit, es entendible que este país no está en su radar.
“Posiblemente estas medidas podrán afectar a través de diversos canales, pero República Dominicana no es un país superavitario, sino deficitario. Incluso, se aplica una réplica del BAT el país podría terminar ganando. Sin embargo, no habría una apreciación del peso en la misma proporción y, por ende, habría un pass-through del impuesto al consumidor.
Oro: Oferta y demanda
El economista y analista internacional Raúl Aníbal Feliz considera que en el mercado de commodities hay variables que deben ser vigiladas muy de cerca. Por ejemplo, entiende que el oro está perdiendo interés de los inversionistas globales, razón por la cual los capitales se irán moviendo hacia los rendimientos en dólares.
La pérdida de interés la relaciona con que el oro tiene usos industriales en el mercado, pero aclara que no en la misma incidencia del petróleo que sí es más importante en el mercado por su uso industrial y comercial. Sin embargo, lo ubica como un activo financiero porque brinda una buena cobertura ante riesgos inflacionarios y políticos.
Dice que quizá una crisis en el estrecho de Taiwán, por poner un ejemplo, es del tipo de conflicto que podría disparar el precio del oro. Otra variable, observa, sería el caso en que Trump desate más conflictos con otras naciones. En estos casos, según Feliz, podría regresar a los US$1,400 o US$1,500 la onza.
“Sin embargo, en el escenario que prevemos como dominante es un dólar caro y de tasas de interés estadounidense, que si bien están muy baratas, van a ir al alza. La tasa de interés de Estados Unidos es el costo de oportunidad de las tenencias de oro. Los fundamentos apuntan hacia un precio del oro más barato, que inclusive podría bajar de los US$1,000, llegando al rango de los US$900 y US$950 la onza”, prevé.
Déficit de EEUU
Raúl Aníbal Feliz explica que Estados Unidos tiene, según las cifras disponibles de 2015, un déficit de US$745,000 millones.
En este orden, proyecta que si se le aplica el 20% a US$745,000 millones el resultado sería la recaudación como consecuencia de la implementación del BAT, o sea, US$120,000 millones por año. ¿Qué hacer para protegerse ante esta medida? Explica que algunos proveedores han comenzado a analizar qué harán y entre las propuestas está la creación de un “impuesto espejo”.
Destaca que la propuesta está concebida para ser cobrado a los países que tienen superávit de la balanza comercial con Estados Unidos, entre los que están China, Japón, Alemania y otros.
Considera que México, en todo caso, también tiene la posibilidad de dejar vencer el Nafta (que se caiga) y acogerse a las reglas de la Organización Mundial del Comercio (OMC), antes que aceptar un acuerdo que afecte sus intereses.