[dropcap]L[/dropcap]os líderes mundiales, y debo incluir aquí a los científicos y grandes pensadores de la historia, no sólo a los políticos que tienen el privilegio de gobernar, han tenido éxito.
El punto es que sus conquistas han sido en términos cuantitativos, mas no en una dimensión más humana, o sea, cualitativos.
¿Qué significa que ese desarrollo sólo ha sido cuantitativo y no cualitativo? El hombre se ha preocupado por producir más y mejor, pero no en la distribución equitativa de las riquezas y del bienestar.
El mundo de hoy es más rico que hace un siglo, ha generado muchísimo más riquezas que todos los años anteriores, pero no ha logrado equidad. Hay dos amenazas mundiales para la próxima década: desigualdad económica y cambio climático. Son dos variables provocadas por el hombre, por la insaciabilidad y el egoísmo que penetra las almas de los seres humanos.
Lo que afirmo no sólo es una realidad que la vivimos en República Dominicana y en otros países de América Latina, África y Asia; también está sustentado en el “Informe de Riesgos Globales 2017”, elaborado por 750 expertos que evaluaron 30 amenazas mundiales, así como 13 tendencias subyacentes que podrían agravarlas.
La investigación la patrocina el Foro Económico Mundial, una admisión explícita del fracaso de los líderes más importantes. Hay dos aspectos a destacar en el informe.
En un escenario de “creciente desafección política” y “disrupción en todo el mundo”, las conclusiones del estudio ponen de manifiesto que los patrones negativos persisten, que el medio ambiente domina el panorama de riesgos globales y que la sociedad no sigue el ritmo tecnológico.
La voracidad económica de los países más industrializados, quiérase o no, arrastra a los más pequeños y subdesarrollados a generar bienes y servicios para suplir su demanda de materia prima.
Sin embargo, esta dinámica no desarrolla los pueblos, más bien los esclaviza en un círculo vicioso en el que producen materia prima y adquieren bienes industrializados. No hay duda: fracasan nuestros líderes.