[dropcap]L[/dropcap]a economía dominicana, medida a través del producto interno bruto (PIB) real, creció un 6.9% en los primeros nueve meses de 2016. El crecimiento se ajustó a un 6.7% cuando se le agregó octubre, lo que sin duda es un reflejo de la expansión del gasto público durante la primera mitad del año, a propósito de que hubo elecciones generales en las que el presidente Danilo Medina resultó reelecto con un 61.74% de los votos.
La estabilidad de precios, resultado de una política monetaria atenta a cualquier desviación que ponga en riesgo las metas de las autoridades, podría estar entre los principales logros de 2016. En noviembre, por ejemplo, la inflación fue de apenas 0.13% respecto al mes anterior, mientras que la acumulada en los primeros 11 meses del año llegó a sólo 0.79%.
En su reunión de octubre de 2016, el Banco Central decidió aumentar su tasa de política monetaria (TPM) en 50 puntos básicos, de 5.00% a 5.50% anual, por primera vez en 38 meses. La decisión previó lo que luego hizo la Reserva Federal de Estados Unidos cuando decidió subirla en 25 puntos básicos.
Ahora bien, ¿cuáles son los retos que tiene el país, liderado por la gestión de Medina, para este 2017? Un balance simple establece que este es un año nuevo, pero que los retos son viejos. República Dominicana está obligada a evolucionar en términos cualitativos, lo que supone mejorar (o transformar para bien) su sistema educativo y destinar una mayor ponderación del presupuesto a la formación de maestros.
El sector eléctrico, para citar un problema emblemático de más de medio siglo, sigue entrampado en un círculo vicioso que gira (y no para de girar) en torno a la ineficiencia de las empresas distribuidoras, la débil gestión institucional de los órganos reguladores y generadores que esperan con ansias una fórmula en la que vendan y cobren sin contratiempos.
El sistema impositivo, caracterizado por su difícil aplicación, le quita competitividad a las grandes empresas y lleva a la quiebra a las más pequeñas. El anticipo del Impuestos Sobre la Renta (ISR), la implementación de un selectivo a los seguros, el cobro de ITBIS diferenciado y las múltiples cargas o gravámenes a los combustibles se combinan para afectar la operatividad de los sectores productivos. El asedio impositivo desincentiva la generación de empleos.
Cambiar la estrategia de endeudamiento del país, a propósito de la subida de tasas de interés en Estados Unidos, un claro indicativo de que el crecimiento dominicano ha sido financiado en los últimos años, es un reto de primer orden. Resulta ilógico que una economía pequeña haya emitido bonos por más de US$10,000 millones en los últimos cuatro años.
¿Y la inseguridad ciudadana? Como todos los anteriores, esta gestión ha fracaso en ofrecer seguridad a los dominicanos, incluidas las empresas que deben invertir miles de millones de pesos cada año en tecnología contra robos, cámaras, vigilantes y todo lo que sea útil para evitar ser víctima de la delincuencia. Todo esto incrementa el costo operativo de las empresas y mantiene en zozobra a la población.
Los problemas en el sector salud, la escasez de agua, las áreas sin electricidad, el déficit de viviendas, el hacinamiento a orillas de ríos, los bajos salarios, la corrupción, el monopolio del transporte de carga y de pasajeros, el contrabando por la frontera y la falta de transparencia en la gestión pública son retos viejos, aunque este sea un año nuevo.
¿Y la falta de equidad y el déficit público? Estos son temas que necesitan más espacio.