[dropcap]D[/dropcap]esde hace algunos años, una transculturización económica, nada silenciosa, ha venido ocurriendo en República Dominicana, sin que mucha tenga reparo en pensar cómo empezó todo, quienes fueron los ideólogos y hacia donde conducirá este tema.
Esto, en principio, nos muestra una sociedad pobre y débil de espíritu, manipulable en cualquier sentido, y víctima de su desinterés por su propio desarrollo.
En consonancia con lo anterior, la locura de la celebración del Black Friday, a lo dominicano, constituye la principal manifestación de una escasez de criterios culturales autóctonos, y del dominio de una clase comercial que no tiene escrúpulos ni le interesa tenerlos.
Esa conjugación entre los objetivos del capital financiero, en todas sus expresiones instrumentales, y la irracionalidad consumista de un pueblo llevado a menos, hace pensar que este estado de cosas va para largo.
Y es que cuando la transculturización de una sociedad se basa en el consumo masivo de todo lo que no produce, sino que importa, se crea una confusión múltiple que termina enredando el gasto familiar, el crédito para fines transaccionales, la inutilidad de los bienes y servicios adquiridos, y un endeudamiento personal y colectivo que no permite oportunidades al bienestar futuro.
Pero quizás lo peor no sea lo antes señalado, sino que pareciera que esto no tendrá marcha atrás, pues a millones de jóvenes de este pequeño terruño se les ha vendido la idea de que su principal rol en este mundo es el consumo, a cualquier precio, y por ello hay que dar hasta la vida. Tamaña complejidad para un sistema escolar con pobre desempeño, a pesar de los esfuerzos que se realizan.
Y mientras esta transculturización económica toma cuerpo, y se desliza en los cerebros indefensos de consumidores con poca o ninguna capacidad de raciocinio, los comerciantes vacían sus inventarios con mercancías que nunca podrían vender, bajo condiciones de mercado con compradores racionales, pues estas, o están en desuso o constituyen desperdicios reconstruidos y con ropa nueva, con aparente ganancia de precio para el consumidor.
Con todo, sin embargo, hay que aplaudir la creatividad del modelo capitalista: exportar/importar, ambos a dos, un Black Friday y un Cyber Monday sin ideología ni explicación local; tanto así que nos hizo olvidar que el pasado 25 de noviembre era verdaderamente un viernes negro para todos los dominicanos, pues recordábamos la desaparición física de las Hermanas Mirabal de manos de la dictadura trujillista.