[dropcap]Q[/dropcap]uiero compartir con ustedes los elementos esenciales de la charla que tuve a bien presentar en el marco de la Cátedra Magistral Manuel Bergés Chupani, de la cual me correspondió ser el orador anual por invitación de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas de la UNPHU.
El próximo año me convertiré en padre, lo que ha hecho que me preocupe de manera más acentuada por el futuro, pues lo que hagamos hoy como sociedad tendrá repercusión mañana y en nuestra descendencia.
He dedicado mi vida profesional al desarrollo y fortalecimiento de instituciones, en mis primeros años en organizaciones estudiantiles y profesionales, pasando luego por el Ministerio Público, el Poder Judicial, la Junta Central Electoral y el Congreso Nacional.
En los últimos cinco años me he dedicado por entero a una de las mayores transformaciones institucionales que haya experimentado el Consejo Nacional de la Empresa Privada (Conep), para convertirse en una organización moderna, vanguardista y proactiva, que promueve transformaciones alineadas a la visión del sector privado y conectadas íntimamente con los grandes temas nacionales. Este trayecto me ha permitido desarrollar una visión sólida sobre la institucionalidad, el desarrollo y los retos de mi país.
A mi juicio, la institucionalidad comienza en la familia, donde se forman las actitudes primarias y el sistema de costumbres y creencias del individuo, base esencial que marcarán sus relaciones en el espacio social.
Según Robert E. Goodin en su libro “The Oxford Handbook of Political Science, las instituciones constituyen un conjunto relativamente estable de reglas y prácticas alojadas en estructuras que hacen posible la acción organizativa, que explican y justifican el comportamiento, roles, identidades y pertenencias, propósitos comunes y creencias ocasionales y normativas.
Entonces, ¿cuáles son los valores fundamentales que se inculcan en una sociedad de familias rotas, donde el maltrato a las mujeres es la norma, la paternidad irresponsable es común, donde un buen manejo de las finanzas personales es la excepción?
Es por esto que debemos esforzarnos para elevar la consciencia en las familias y en los individuos y lograr un mayor compromiso cívico. ¿Cómo podemos exigir institucionalidad al Estado si no respetamos las leyes básicas de convivencia? Sólo cuando hay un núcleo social consciente, hay condiciones para que las organizaciones públicas sean verdaderamente institucionalizadas.
Quienes nos representan con sus decisiones impactan nuestra vida cotidiana, por lo que debemos utilizar buenos criterios que nos permitan seleccionarlos mediante un perfil que se corresponda con las cualidades morales idóneas.
En este contexto, la educación juega un rol preponderante. La sociedad debe tener la formación necesaria para seleccionar a sus representantes con sensatez. Pero, ¿cómo podemos pedirle a la democracia que produzca este resultado con los niveles educativos de nuestro pueblo? Actualmente la mayoría desconoce sus derechos y deberes, por lo que no se exige a las instituciones el cumplimiento de obligaciones.
La educación es fundamental para la institucionalidad y afortunadamente es un tema prioritario. El 4% del PIB para educación es un gran avance, pero aún nos queda un largo trecho para lograr una educación de calidad. No basta con ser buenos en matemática, lengua y ciencias, necesitamos retomar la educación cívica, relación con el medio ambiente y lecciones de tránsito.
Debemos actuar con consciencia democrática y liderazgo. Requerimos un Estado que tome decisiones apegadas a la ley, no en función de relaciones primarias. No hay democracia sin Estado de Derecho, y menos sin seguridad jurídica.
El mundo ha cambiado. Nuestro país ya no es rural y pobre; somos una sociedad de ingreso medio y con más de 10 millones de habitantes. En las próximas décadas tenemos que convertirnos en un país de primer mundo, con capacidad de producir bienestar y prosperidad colectiva.
10 claves para un mejor futuro
1. Empoderamiento: Seamos ciudadanos activos. Construyamos una generación de emprendedores. La libre empresa es el pilar del desarrollo, debemos promoverla y defenderla.
2. La familia: Ataquemos la paternidad irresponsable, eduquemos a nuestros jóvenes en valores, cortemos el ciclo de la miseria que se perpetúa con los embarazos en adolescentes y promovamos políticas de estabilidad familiar.
3. Necesidades básicas: Dignifiquemos el país con la solución de las necesidades básicas, un servicio eléctrico permanente, de calidad y costo-efectivo, gestionemos adecuadamente la basura, liberemos y dignifiquemos el transporte.
4. Capacitación estratégica: Formémonos y capacitémonos alineados a necesidades productivas y con objetivos de desarrollo estratégico de nación.
5. Salud: Promovamos políticas de salud preventiva que fomenten hábitos físicos y de nutrición saludables.
6. Buen ejemplo: Reconozcamos las buenas obras y construyamos referentes de excelencia y mérito que sean ejemplo, especialmente de los más jóvenes.
7. Formalización: Acabemos con la cultura de la informalidad en el país. La transparencia y la organización son básicas para el crecimiento.
8. Justicia: Impulsemos un poder judicial independiente y sólido, con los recursos humanos y financieros necesarios.
9. Educación financiera: Formémonos en gestión financiera personal, aprendamos a priorizar en qué invertir recursos.
10. Fortalecer el Estado: Terminemos con la permisividad. El Estado debe recuperar el monopolio de la fuerza legítima, la cual le ha sido quitada por grupos violentos que arrodillan a la sociedad y al propio Gobierno.
No podemos dejar solo al Estado. Empoderémonos y resolvamos con trabajo y nuestras organizaciones comunitarias los problemas.
Cambiemos nuestra relación con la política, si queremos una sociedad mejor, los mejores deben también ir a la política. Construyamos una República Dominicana, en la que nuestros hijos crezcan en mejores condiciones que nosotros. Quiero dejar a mi David un mejor país del que encontré.
Recordemos la frase de Duarte: “Nunca me fue tan necesario como hoy el tener salud, corazón y juicio; hoy que hombres sin juicio y sin corazón conspiran contra la salud de la Patria”.