[dropcap]E[/dropcap]l negocio es millonario, pero sólo beneficia a unos pocos. Se trata de la venta de “leche a granel”, un subproducto que las pruebas de laboratorio, encargadas por el Instituto Nacional de Protección de los Derechos del Consumidor (ProConsumidor), han demostrado que no debería ser considerado como tal, pues no cumple con los estándares de calidad y aportes nutricionales de un alimento para consumo humano.
Sólo la irresponsabilidad combinada de las autoridades que permiten la importación de productos comestibles, de quienes fiscalizan su entrada y de los comerciantes insaciables que buscan lucrarse a toda costa, sin importar a quienes afecten, puede justificar que en el mercado local se comercialice un producto sin marca, sin registro sanitario y sin las informaciones nutricionales apegadas a la verdad.
El importador que introdujo este subproducto en el mercado local no ignora el nivel de responsabilidad que tiene en afectar a una población ávida de productos de calidad y a buen precio. De eso, justamente, es de lo que se aprovechan aquellos oportunistas del mercado.
Quien se atreve a introducir en el mercado un producto para el consumo humano sin respetar las reglas elementales de calidad, es comparable con quienes también venden medicamentos adulterados, pues irrespeta la vida de los demás.
Habrá que preguntar, entonces, dónde está Salud Pública, si sabía de esta importación y no fue tomada por sorpresa; o qué estaban haciendo las autoridades de la Dirección General de Ganadería, del Ministerio de Industria y Comercio, que no observaron el debido proceso; o qué sucedió en Aduanas que no verificaron si lo que decía el documento de importación se correspondía con lo que realmente llegó.
ProConsumidor, con el apoyo de productores y comerciantes, ha destapado uno de los casos más graves, pues se trata de la salud humana y del lucro de unos cuantos en perjuicio de la mayoría.
La industria láctea de este país ha sido perjudicada con este tipo de importaciones irresponsables, pues su nivel de transparencia está probado y no utilizarían estos subproductos como materia prima en sus procesos de producción.
Entonces, ¿para qué se introdujo este suero lácteo o subproducto de la leche en el país? La respuesta está a la vista de todos. Sólo los insaciables, que no les importa la salud de la gente, son capaces de hacerlo.
A lo único que se puede aspirar, como una sociedad organizada, es a una actuación responsable de las autoridades, pues bajo su manto está la obligación de actuar en consecuencia contra quienes prometieron una cosa y trajeron otra.
Los ganaderos, los industriales dominicanos y la población merecen una explicación responsable sobre la presencia de este subproducto en el mercado local. Hay muchos comerciantes que fueron sorprendidos en su buena fe, aunque otros quizá no tanto. Que no se le dé tiempo al tiempo, pues casos como este no deben quedar en el olvido. Actuar es un acto de responsabilidad.