[dropcap]C[/dropcap]ausó revuelo la vicepresidenta Margarita Cedeño llamando a los estadounidenses de ascendencia dominicana a votar por Hillary Clinton.
Fuera de una historia política que incluye dos ocupaciones militares y una aduanal, República Dominicana tiene en Estados Unidos a su principal socio comercial, con un intercambio que en 2015 envolvió más de US$6,806 millones.
Políticos y analistas, aunque repudian a Donald Trump, ven la acción de Cedeño como injerencista y como un exceso que obligó a la gestión de Danilo Medina a desvincularse, aunque a través del ministro José Ramón Peralta.
Si el protagonista del video de Cedeño hubiese sido su esposo, el expresidente Leonel Fernández, no desataba críticas. De hecho, la Fundación Global del exgobernante suspendió en julio de 2015 un torneo de golf en el Trump National Doral, de la Florida, por considerar declaraciones del republicano “seriamente ofensivas” para los inmigrantes mexicanos y latinoamericanos.
Habrá que catalogar el video en los archivos de deslices diplomáticos. Como los cometidos por el embajador de EE.UU., James (Wally) Brewster, y su esposo Bob Satawake. El primero, llegó a decir en la AMCHAMDR: “Aquellos que desafían esto les pido que vayan a la embajada y me regresen la visa, me la devuelvan, porque obviamente no tienen ningún interés en visitar a nuestro país, si no les interesa lo que estamos haciendo”. El segundo preguntó recientemente en Twitter a Manolo Pichardo, expresidente del Parlacen: “Si somos un país tan horrible por qué 80,000 inmigrantes dominicanos viajaron a Estados Unidos en el año 2015”.