[dropcap]E[/dropcap]l entorno macroeconómico latinoamericano, por lo menos durante los últimos dos años, se ha caracterizado por un ciclo de dificultades en el crecimiento de algunas de las economías más importantes. Brasil es el ejemplo emblemático. Las excepciones han sido República Dominicana, Panamá y México. Venezuela es el caso más triste.
Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), las estadísticas oficiales y los indicadores clave son fundamentales para observar el progreso económico y social de los países, determinar los impulsores estructurales de su crecimiento y establecer prioridades. Los resultados regionales son los que indican que hay importantes retos en materia socioeconómica.
Sin embargo, esta institución, a pesar de su experiencia, se vio en la obligación de revisar sus proyecciones de 2015 en diversas oportunidades, lo que también ha hecho en 2016. Esto quiere decir que el panorama no parece bien definido en ninguna de las variables.
Quizá los bajos precios del petróleo, para aquellas económicas que deben importarlo, han suavizado la caída en el crecimiento.
Es en este contexto en que la banca latinoamericana ha tenido que desarrollarse, demostrando su capacidad de innovación y de participación directa en el desarrollo de los pueblos.
El secretario general de la Federación Latinoamericana de Bancos (Felaban), Giorgio Trettenero Castro, fue muy explícito en la celebración del XVI Congreso CLAB, reunido en Lima, Perú, el 12 de este mes. Dijo que la banca no está ajena al reto que impone el desempeño económico regional.
“Si bien no hemos experimentado el embate directo de los choques financieros que se registran en Europa, Inglaterra y el sudeste asiático, en particular en China, sí hemos visto un choque en el comercio exterior de gran magnitud”, apunta. Lo que Trettenero Castro quiere decir es que el negocio de la banca también se ha visto afectado, retando a los líderes de las instituciones financieras a ser más creativos.
De acuerdo con la Cepal, las exportaciones en la región cayeron un -14% el año pasado, a pesar de la devaluación de muchas de las monedas nacionales para ganar mercados externos. A esto se suma que la inversión extranjera directa en la región cayó un -10% en 2015.
El experto bancario refirió que el Fondo Monetario Internacional (FMI) lanzó un llamado a las autoridades de política económica en todo el mundo para evitar caer en una trampa de bajo crecimiento económico.
“Un bajo crecimiento de la productividad, una alta deuda pública y limitado espacio fiscal, así como unos complejos mercados financieros internacionales cargados de volatilidad, han llevado a un crecimiento escaso del producto”, dijo.
República Dominicana, que ha sido un ejemplo por el alto nivel de crecimiento experimentado en los últimos años, con un promedio por encima del 7%, está en la obligación de tomar las medidas pertinentes con miras a no sólo evitar una ralentización de su economía, sino que es vital que sepa canalizar todas las energías necesarias para que el bienestar económico se traduzca en una mejora en la calidad de vida.
A este ambiente macroeconómico de por sí incómodo de sortear, se agrega el endurecimiento continuo de la regulación y supervisión financiera en materia de liquidez, y sobre todo de capital.
Estamos seguros de que la banca seguirá jugando un papel preponderante en el desarrollo de República Dominicana. Ha sido así siempre.