[dropcap]E[/dropcap]s posible que al preguntarle a las generaciones más jóvenes sobre el cine dominicano se inclinen a pensar en películas como Nueva Yol, aquel éxito de la inspiración de Ángel Muñiz protagonizado por el gran humorista Luisito Martí en su personaje de Balbuena.
Pero ese filme apenas tiene 21 años, pues su producción data de 1995. Antes que esa producción, para 1988 se había presentado otra gran producción cinematográfica dominicana Pasaje de ida, de Agliberto Meléndez, además de los interesantes documentales de historia reciente elaborados por René Fortunato.
Pero en realidad, la historia del cine dominicano se remonta a muchos años atrás, a principios del siglo pasado, para ser más exactos.
Incluso, antes de Nueva Yol, en el país se habían producido al menos 39 películas, incluidos documentales; específicamente entre 1922, cuando se documenta la primera película dominicana, y 1995 el año de Nueva Yol.
Pero es posible que antes del 1922 ya los dominicanos tuvieran acceso a la proyección de imágenes en movimiento, pues se argumenta que en agosto de 1900, en la ciudad de Puerto Plata, el Teatro Curiel fue el escenario para la presentación de los avances en la materia de los hermanos franceses Auguste y Louis Lumiére.
La historia del cine dominicano
Esas primeras exposiciones se atribuyen al industrial Francesco Grecco, quien habría hecho un recorrido por el Caribe para mostrar la invención del cinematógrafo, un aparato capaz de filmar y proyectar imágenes en movimiento inventado por los hermanos Lumiére y patentado en 1895. Con apenas cinco años de patentado, había sido traído a República Dominicana.
La antigua Dirección Nacional de Cine publicó un recuento histórico sobre esa industria en el país, la cual aparece reproducida en otros portales, pero no está en la web de la Dirección General de Cine (DGCine). Esa reseña hace referencia al libro “Historia de un sueño importado” (1982), de José Luis Sáez, que describe el origen del cine en el país. Posteriormente, Félix Manuel Lora publica “Identidad de un encuadre audiovisual” (2005), donde también ofrece datos históricos.
Señala que en la historia fílmica dominicana se destacan las imágenes del fotógrafo y editor Francisco Palau, quien en 1922, junto con el también fotógrafo Tuto Báez y Juan B. Alfonseca, hizo la primera película de ficción titulada La leyenda de la Virgen de La Altagracia. Esa producción, sustentada en textos del historiador Bernardo Pichardo, se puede considerar como la que dio origen al cine dominicano. Su estreno oficial fue el 16 de febrero de 1923.
Un año después, el 19 de marzo, se conoció la producción Las emboscadas de Cupido, que narraba la historia de una pareja de enamorados que se las ingenian para mantener su unión, aún con la oposición del padre de la novia.
Antes de esas producciones dominicanas, se registra como dato histórico que en 1915 un camarógrafo de Puerto Rico llamado Rafael Colorado hizo lo que se define como la primera película extranjera en República Dominicana titulada Excursión de José Diego en Santo Domingo.
La Era de Trujillo
Durante la dictadura de Rafael Leonidas Trujillo (1930-1961) el cine dominicano sufrió una prolongada pausa. En 1930 se presentó la primera producción con sonido en una película referente a la inauguración del gobierno de Trujillo.
Pero aparte de ese filme, desde 1924 no se registran nuevas producciones hasta el 1955 cuando Oscar Torres inicia una serie de películas que se extendieron hasta 1960 (Nenén de la Ruta Mora, Qué opina la mujer, Olas y arenas, El yugo, La Ronda incompleta y Tierra olvidada).
A finales de 1961, año del ajusticiamiento del dictador, se presenta la película 30 de mayo: gesta libertadora, dirigida por Hugo Mateo.
Sin embargo, aunque no se registran como películas, sino como documentales, en 1953 el cineasta Rafael Augusto Sánchez Sanlley (Pupito), con el auspicio de la compañía Cine Dominicano, realizó 13 producciones que destacaban las bondades de la dictadura.
La ley del cine dominicano
En 1963 el dramaturgo Franklin Domínguez presentó el largometraje La Silla, donde denuncia las torturas de la época de Trujillo. En 1967 Max Pou y Eduardo Palmer hicieron los documentales: El esfuerzo de un pueblo y Nuestra historia.
En lo adelante se dieron a conocer diversas producciones, aunque con apoyo limitado, hasta que se aprueba la Ley 108-10 de fomento a la industria cinematográfica dominicana, que incluye una serie de incentivos fiscales para los proyectos de inversión en producción y proyección de cine, lo cual ha marcado el despegue de esta industria.