[dropcap]P[/dropcap]asadas las elecciones y a pesar de los problemas que persisten en demarcaciones legislativas y municipales, es claro que el presidente Danilo Medina logró la reelección. Entonces, corresponde al mismo presidente gestionar la administración del Estado durante los próximos cuatro años.
Pero este cuatrienio parece que será más difícil que el que recién finaliza, debido a varios factores: lo primero es que el presidente Medina ha estado sustentando su presupuesto en un elevado y creciente nivel de endeudamiento público que es preciso detener, pues no es algo sostenible en el tiempo.
Para detener el endeudamiento se requieren dos alternativas: aumentar los ingresos públicos (una posible reforma fiscal) y reducir el gasto público (posibles sacrificios en áreas específicas). Lo ideal sería una combinación de ambas alternativas de forma consensuada.
Por eso se hace necesaria el inmediato diálogo de los sectores que inciden en la economía para estructurar un Pacto Fiscal equilibrado donde todos pongan parte de sus compromisos y sacrificios en procura de que la situación mejore.
A eso se agrega otro tema pendiente y no menos delicado, el de la electricidad. El Gobierno ha estado construyendo una planta de 720 megavatios que operará con carbón mineral. El problema es que no se consiguieron los financiamientos para su construcción y se ha hecho necesaria la inyección de recursos propios. Una posible alternativa para conseguir los recursos que faltan para su terminación puede ser la emisión de bonos soberanos, pero eso implica aumentar el endeudamiento mucho más de lo que está en este momento.
A eso se agrega el hecho de que en julio de este año termina la vigencia de los contratos del llamado Acuerdo de Madrid, por lo que hay que renegociar con los generadores privados las condiciones de compra de la energía que ofrecen y tratar, sobre todo, de conseguir mejores condiciones contractuales, pues las vigentes son demasiado perjudiciales para el Estado y para los consumidores.
La renegociación de esos contratos no debe dejarse en manos de unos pocos funcionarios del Gobierno, tal vez, poco experimentados en ese tipo de transacciones. Es recomendable contratar a una firma de expertos especializados, preferiblemente internacionales para que establezcan los parámetros más adecuados de negociación y, tomando en cuenta las condiciones propias de República Dominicana, hacer una negociación adecuada que no sea onerosa al Estado.
En esa negociación no deben tomarse en cuenta solo los aspectos actuales, sino que se deben hacer proyecciones de costos hacia el futuro, tomando en cuenta variables tan importantes como la tasa de cambio, la inflación y, sobre todo, la volatilidad de los precios de los combustibles, así como evitar que se implementen precios de venta redondeados a los costos más elevados en el orden de mérito de cada generador.
Lo ideal es que el precio de energía sea diferente e invariable en cada contrato y en cada planta, de acuerdo con sus propios costos y con las necesidades que tenga el Estado de demandar esa energía, no como ahora, que en la medida en que entran plantas con costos más altos, se ajustan los precios a los más costosos. Una condición absurda y abusiva que se debe terminar con los nuevos contratos.
Otro aspecto pendiente y al que no se puede permitir más largas es el institucional. La aprobación de una serie de legislaciones que están pendientes desde la promulgación de la Constitución del 2010 y que los entes políticos no se han ocupado de aprobar. Además, una vez aprobados, debe cumplirse, pues basta ya de leyes en papel y no en la práctica.
Entre esas legislaciones están, por supuesto, las leyes Electoral y de Partidos, para evitar que se sigan produciendo las barbaridades que se registran en el ambiente político nacional.
Sobre esa parte hay un aspecto que el partido de gobierno, el PLD, no debe perder de vista y mucho menos la población en sentido general: Desde el año 2004 el PLD dirige el Gobierno y desde el 2006 tiene el control casi absoluto del Congreso Nacional y hasta de la justicia.
Aun así, el PLD no ha sido capaz de hacer aprobar las impostergables leyes que necesita el país. Eso es algo que el presidente Medina debe tomar en cuenta en estos próximos cuatro años…